Por OLGA GAYÓN/Bruselas
Ellas vieron cómo los que llegaron a sus territorios se los robaron, torturaron, violaron, esclavizaron y asesinaron a sus hijos. A cambio les entregaron un dios nacido en otro mundo que les exigía sumisión, resignación y, sobre todo, que se reconocieran culpables por haber nacido.
Ellas, las madres ancestrales de Abya Yala que hace 530 años tuvieron que esconderse en territorios lejanos para parir y amamantar con el fin de evitar la extinción de sus pueblos, llevan milenios sufriendo el maltrato tanto de ajenos como de los propios de su cultura.
Ellas, con su alma llena de cicatrices han sido las encargadas de proteger a los suyos del exterminio. Gracias a su férrea voluntad de resistir, han sobrevivido a los azotes y torturas de los que llegaron a sus dominios un 12 de octubre de 1492, a las horribles persecuciones de los que se quedaron hace 200 años cuando ‘expulsaron’ a los invasores, pero que en realidad no eran otros que los hijos de ellos. Y han sobrevivido también a los azotes y crueldades del machismo de su propia cultura.
Los españoles arrasaron con las culturas, las creencias y la soberanía de los pueblos indígenas. Fueron 300 años en los que los verdaderos dueños de las tierras fueron tratados como seres inferiores que ni siquiera servían para servir dentro de las casas de quienes los convirtieron en desharrapados. Pero con la expulsión de los que tenían las armas del rey de España, nada mejoró para los pueblos ancestrales de Abya Yala. Quizás incluso empeoró.
Ahora son más de 200 años en los que además del robo de sus tierras, han tenido que soportar todo tipo de violencias. Muchos pueblos de los que sobrevivieron a los invasores fueron exterminados por los que se quedaron gobernando. Son millones y millones de indígenas que han sido asesinados por quienes han tendido el poder en lo que hoy es el continente americano.
Ellas continúan llevando en sus vientres a quienes llegan para impedir la extinción de su etnia. Ellas siguen amamantando la dignidad de estos pueblos luchadores, heroicos y aguerridos. A ellas, las indígenas de todo el continente ahora conocido como americano, todo mi amor y respeto en este mes depositario de un 12 de octubre en el que los pueblos ancestrales de Abya Yala no tienen nada que celebrar.