Teoría del M-19

Por JORGE SENIOR

En octubre de 2018 presenté una ponencia en el IV Seminario Internacional sobre Historia de la Violencia en América Latina celebrado en la Universidad del Norte. El título de mi exposición era:  La concepción teórica del M-19 (1973-1991).

Sobre el Movimiento 19 de Abril se ha escrito mucho, pero muy poco desde un enfoque teórico analítico. La ponencia, que era una síntesis de un escrito más largo con vocación de libro, aspiraba a contribuir a llenar ese vacío. Tenía una introducción metodológica, un marco temporal, un análisis estructural y una conclusión.

El periplo de 16 años en la gesta político-militar se describe como una parábola clásica en tres etapas: ascenso, auge y decadencia. Aunque tales etapas no se deben a cambios bruscos, podemos utilizar algunas fechas emblemáticas para periodizarlas. Así, el ascenso va desde la recuperación de la espada del Libertador el 17 de enero de 1974 hasta el 1 de enero de 1979, fecha en la que se extraen 5 mil armas del Cantón Norte. Es en esa etapa que se construye la concepción teórica o “pensamiento meca”, a la cual me referiré luego. El auge va desde ese gran golpe, que tuvo una reacción represiva brutal hasta la toma y retoma del Palacio de Justicia en aquel inolvidable noviembre de 1985. Finalmente, vienen los difíciles años de relativa decadencia hasta desembocar en una impactante reinvención que convierte al M-19 en una alianza democrática legal que logra ser la lista más votada a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.

De esta manera, el M-19, hijo de la Alianza Nacional Popular cuyo triunfo del 19 de abril de 1970 fue birlado por un fraude impune -es vox populi– termina convertido en 1991 en el padre de la nueva institucionalidad, junto al bipartidismo tradicional de conservadores y liberales.

Una organización que marcó la historia de Colombia y que a través de uno de sus muchachos, Gustavo Petro Urrego, ha llegado al solio de Bolívar….. con la espada desenvainada.

El M-19 surge como brazo armado de la Anapo, un movimiento de masas liderado irónicamente por el único dictador militar colombiano en el siglo XX. M-19, Anapo y Gaitán constituyen un hilo que encaja en la categoría de populismo latinoamericano, la cual no debe confundirse con la acepción periodística de “populismo” entendido como demagogia. El populismo latinoamericano es una expresión auténtica y legítima de los pueblos de Nuestra América. Pero el Eme es un híbrido. Algunos de sus fundadores, como Bateman, Ospina, Fayad y Pizarro, provienen de las FARC, desilusionados de una guerrilla periférica que poco combatía. Otros como Carlos Toledo, Andrés Almarales y Santamaría estaban en la Anapo. Y de otros sectores de izquierda también confluyen cuadros con distintas experiencias políticas, militares y sociales. En su sancocho ideológico se cocinan, además del populismo de Gaitán, Perón, Haya o Rojas, el liberalismo social colombiano, el marxismo, el cristianismo de la opción por los pobres y la socialdemocracia europea. Y como referente central el mito fundacional de la nación, encarnado en Simón Bolívar como figura y condimentado con extractos selectos de su pensamiento.

Los fundadores no tenían claro lo que querían ser, pero sí tenían claro lo que no querían ser. No querían ser como la izquierda ortodoxa y tradicional. Una izquierda dogmática, sectaria, vanguardista, excesivamente teorizante bajo la hegemonía de la doctrina marxista. Ese rechazo a la teorización exagerada y a los vicios de la intelectualidad academicista, fue seguramente el origen del mito de que el Eme era huérfano de teoría. En realidad, los fundadores y los militantes más talentosos reclutados en este período inicial de la segunda década de los 70, vivían una explosión creativa de elaboración intelectual de un nuevo proyecto político-militar insurgente que se fue afinando a lo largo de sucesivas Conferencias Nacionales, entre las que cabe destacar la Quinta en 1977, la Sexta en 1978 y la Séptima en 1979. En ellas se plasma en forma documentada una revolución teórica que encuentra un hilo conductor en la identidad cultural del pueblo colombiano e incluye un alejamiento del marxismo como doctrina, y del socialismo como meta y bandera, para asumir la independencia, la democracia y la paz. Todo ello sin entrar en controversias inútiles. No se extrañen que muchos, desconcertados, tildaran al M-19 de derechista.  

De ahí surge la propuesta política de paz y democracia, que será lanzada por Jaime Bateman en la famosa entrevista con Germán Castro Caycedo en 1980, mientras se desarrollaba la toma de la Embajada de la República Dominicana. La propuesta incluye amnistía, tregua y una vaina rara llamada “Diálogo Nacional”, una deliberación pública que hoy denominaríamos como verdaderamente incluyente.

En ese momento histórico, la teoría del M ya está madura. Sin embargo, en la segunda etapa, que hemos calificado como auge, se desarrollan la Octava Conferencia en el Putumayo en agosto de 1982, y finalmente la apoteósica Novena Conferencia de febrero de 1985, en plena tregua y poco después de la batalla de Yarumales. La Novena tiene en paralelo un evento masivo en las montañas de la cordillera central, cerca de la frontera entre Cauca y Valle: se llamó el Congreso de Los Robles. Algunos dirían que el “pensamiento meca” se elevó allí a las alturas del delirio.

La ponencia analiza diacrónicamente todo este recorrido que aquí hemos resumido, pero en el capítulo de análisis estructural se enfoca en la concepción teórica de la que aquí hemos venido hablando. La estructura tiene nueve componentes: la legitimidad, la crítica a la izquierda, los referentes ideológicos, el contexto internacional, la caracterización de la sociedad colombiana, el Eme como fenómeno cultural (ésta es la columna vertebral), el proyecto de paz y democracia, la concepción militar y el código ético.

En el breve espacio de esta columna apenas ha sido posible brindar un ínfimo atisbo de toda esa elaboración teórica que muchos niegan. Ameritaría publicar un volumen entero para difundir este aspecto sustancial, pero poco conocido, del pensamiento de una organización que marcó la historia de Colombia y que a través de uno de sus muchachos, otrora concejal de Zipaquirá, Gustavo Petro Urrego, ha llegado al solio de Bolívar….. con la espada desenvainada.

@jsenior2020

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