Soho y una violación “periodísticamente correcta”

Por SANDRA GARCÍA

El 25 de marzo pasado en el sitio web de la revista Soho apareció un artículo -en forma de testimonio de una supuesta mujer violada- que provocó el rechazo unánime de cientos de lectores, hombres y mujeres. Por ese motivo eliminaron el link y lo suplantaron con un video “refrito” de Café Tacuba del 17 de agosto del 2005, sin que hubieran presentado ninguna explicación ni disculpa, dejando así a muchas mujeres ofendidas y como testigo mudo dolorosas capturas de pantalla.

¿Cómo no sentir asco frente a esta clase de publicaciones, en un ambiente tan machista y cuando los casos de maltrato hacia la mujer aumentan por cuenta del encierro? Las cifras pasan de “agache” en medio del coronavirus, olvidadas como las disculpas públicas que Soho no se atrevió a expresar por permitir que eso saliera en su sitio web.

El artículo de autor “Anónimo” se titulaba Mi primera violacióny puede ser consultado haciendo clic aquí. Contaba en primera persona la forma en que la supuesta víctima -una mujer joven en París- fue violada, y está escrito con una frialdad que parece más una confesión del violador que de la estuprada.

Está escrito con una frialdad que parece más una confesión del violador que de la estuprada.

Y así comienza: “A uno no se le ocurre que lo puedan violar dos veces. La verdad, no veo ese par de polvazos como algo traumático, porque afortunadamente mi reacción fue bien diplomática”. Al parecer para la redactora (¿o redactor?), la violación se resuelve como la política colombiana, con un “cerco diplomático”.

El supuesto testimonio termina ya surrealista, aunque tomando la violación como algo que “solo pasa” y ya: “Mi novio quiso llevarme a poner el denuncio en una asociación feminista y creo que ese capítulo fue más macabro que cualquier cosa. Una casa con la luz cortada y un poco de marimachas preguntado detalles que me hicieron desistir del asunto. Durante varios meses sentí que me perseguían y me compré una pistola de gas para sentirme segura, pero finalmente la paranoia pasó y el episodio se convirtió en uno más de mi vida, que por cierto no me traumatizó. Todo lo contrario: me dio más seguridad y me hizo más mujer”

¿Cuál otro adjetivo sino el de repugnante le cabe a esto? Ahí a las feministas nos caricaturizan como “machorras”, para deslegitimar nuestra lucha. Pero para muchas víctimas de violación no es un episodio más, algo que pasó y ya. Muchas quedan marcadas de por vida. Peor aún la aberrante afirmación “me dio más seguridad y me hizo más mujer”, que de algún modo legitima o justifica el abuso. Mejor dicho, ¿qué seguridad hay de que eso lo escribió una mujer violada y no un periodista “juguetón”, por decir lo menos, frente al tema de la doble violación de una supuesta joven colombiana en París?

Millones de niñas, niños y mujeres están siendo abusadas en este momento en sus hogares. ¿O sea que esas niñas y niños violados o maltratados se hicieron más hombres y mujeres, adquirieron “formación”? Bajo esta premisa, ¿qué más se puede esperar? Una violación no “forma” ni da mayor seguridad. Para esta sociedad machista y los medios que la sostienen, la realización de una mujer depende parece depender de su seguridad para exhibirse desnuda frente a una cámara.

Es increíble que los editores de Soho hayan permitido una publicación tan “aberrante”, al ser de algún modo indolente o permisiva con el abuso femenino. Allá deberían informarse sobre los procesos psicológicos y sociales por los que pasa una mujer violada: el escarnio público, odio a su cuerpo, falta de autoestima, pesadillas constantes, temor, soledad, imágenes de suicidio o muerte.

Es increíble que los editores de Soho hayan permitido una publicación tan “aberrante”

Duele más que lo saque una revista que leen muchos hombres, con una crónica que vende la idea de que si las mujeres se desnudan se libran de su “mojigatería”, y que toda crítica al contenido de esa publicación es moralista, porque pretende coartar la libre “expresión” del cuerpo femenino.

A estos medios de ocio están suscritos en gran parte adultos y jóvenes de doble moral, que se manifiestan contrarios al aborto y se quejan porque en Colombia no existe la cadena perpetua contra violadores de menores, pero nunca se atreven a cuestionar el contenido “machista” que ellos mismos consumen, así ese contenido les brinde carta blanca a futuros violadores.

La “admiración” de los hombres hacia la mujer no puede enfocarse tan solo en exhibir cuerpos sexualmente complacientes.

Twitter:@ladytron26

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