¿Qué le ven los fajardistas a Fajardo?

Por FELIPE A. PRIAST

El otro día me puse a ver la entrevista que le hizo Ariel Ávila a Sergio Fajardo en su programa del Canal Capital y acabé desconcertado. Yo sigo anonadado y confundido con el arrastre de Fajardo. Cada vez que sale una encuesta donde sale de segundo o de tercero, me pregunto quiénes son los cabeza-hueca que apoyan a ese man. Uno de los tipos más inocuos y vacíos de Colombia, saca la mitad de los votos que saca Petro, un tipo que es un portento intelectual que constantemente está generando ideas. Sin generar una sola idea valiosa, Fajardo saca más de la mitad de los votos de Petro. ¿Cómo puede pasar esto, cómo lo hace?

Es que los seguidores de Fajardo son un verdadero misterio. Los de Uribe no, porque esos son fáciles de entender. Pero los de Fajardo sí. Y ese misterio es preocupante, porque sugiere la existencia de una sociedad superficial y vana que se resume a aspirar a tener un presidente “buen mozo”. No creo que haya nada diferente detrás de esa preferencia política.

Durante la entrevista me puse a analizar la cara de Ariel Ávila y me di cuenta que el pelao estaba pensando algo parecido a lo que yo pensaba. Fajardo se gastó 10 minutos cantinfleando hasta que, por fin, dijo que la suya es una opción de “serenidad”.  

Esa competencia entre Petro y Fajardo no existe, es una pelea entre tigre y burro amarrado“.

¿Serenidad, doctor Fajardo? ¿Serenidad en un país donde matan líderes sociales cada tres días? ¿Serenidad cuando la justicia no funciona? ¿Serenidad donde la Fiscalía es una policía política que persigue a opositores del régimen? ¿Serenidad frente a un gobierno se gasta 14 billones en unos aviones de guerra que no necesita?

Mientras lo veía tomarse 10 minutos para salir con el cuento de la “serenidad”, me acordé de aquella famosa frase de León Gambetta, célebre político francés del siglo XIX, quien al dar un discurso enardecido alguna vez alguien lo llamó a la calma, a la serenidad, y Gambetta le respondió: “¡No, monsieur, l’indignation exclut le calme!” (¡No, señor, la indignación excluye a la calma!).

El cretino de Fajardo no entiende que llevamos casi tres años en una indignación que va mucho más allá de lo anticipado por Gambetta cuando soltó esa frase. Lo último en lo que se podría pensar sobre Colombia es en mantener la “serenidad”. Mantener la serenidad es mantener el statu quo, que siga lo mismo de estos últimos 20 años. Y yo no quiero que siga lo mismo, yo quiero un cambio drástico en Colombia.

El país ha alcanzado a todos los niveles un punto de descomposición tal que, efectivamente, ha invertido la polaridad de sus instituciones. Nada en Colombia es decente ya. Los más malos, los más criminales, ocupan todas las agencias e instituciones del Estado. Esto es así porque quienes hoy ostentan el poder no quiere bajarse del caballo. Solo existen dos grupos en Colombia: la autodenominada “gente bien”, que quiere que todo siga igual (es decir ellos arriba y el resto abajo comiendo mierda), y un segundo grupo que quiere construir un país moderno e incluyente. Uribe representa ese primer grupo, Petro el segundo.

¿En dónde encaja Fajardo en esta dicotomía ideológica? No en el grupo de Petro, porque Fajardo no es un tipo “moderno”. Y cuando hablo de modernidad no me refiero a si tiene un look moderno, o si anda en un carro moderno. Me refiero a su pensamiento, a sus ideas. Fajardo no quiere un cambio del statu quo, él no representa una transformación. Por lo tanto, no es un tipo moderno. Y esa potencial alianza que algunos buscan entre él y Petro es un ¡IMPOSIBLE! Uno no se puede aliar con algo tan distinto. Así que dejen de joder con esa idea, queridos colegas de izquierda, ya no jodan más con Fajardo. Si vamos a ganar estas elecciones, es sin Fajardo y su vacío ideológico. Un vacío al que yo no me quiero adherir, ni creo que Petro necesite.

¿Cómo van ustedes a comparar la modernidad de pensamiento de Petro, sus ideas novedosas, sus políticas ambientales claras y definidas con la “serenidad” vacua de Fajardo? Esa competencia entre Petro y Fajardo no existe, es pelea entre tigre y burro amarrado. Fajardo es un pitillo dentro de una limonada, no tiene nada concreto en la cabeza…sobre nada. El man es la mayor estafa política de todos los tiempos en Colombia.

Fajardo es el candidato de la gente más banal y superficial de Colombia, la gente que empieza a avergonzarse de Uribe pero no se atreve a votar por un tipo “feo” como Petro. Así las cosas, estos sujetos (y sujetas) superficiales resuelven su conflicto político-estético apoyando a Fajardo, que es “gente bien” y se manda su buena pinta. Lo de menos es lo que tiene en la cabeza, sus ideas. El elector de Fajardo se sacia con su pelito largo y esa mirada de seductor de divorciadas. Su elección se basa única y exclusivamente en que el tipo es “bien”, y hay que tener “presidente bien”. Esos son los dos argumentos de mayor peso para inclinarse por Fajardo.

Fajardo no es la solución de nada, porque un cabeza de chorlito no es capaz de solucionar nada. Lo que él representa es el problema, más bien. La mayoría de los colombianos queremos un país moderno, próspero, equitativo y con justicia. Una Colombia de vanguardia, en construcción, una Colombia con desarrollo humano.

@priast

* El Unicornio brinda claridad en que esta columna pertenece a un excolumnista de esta casa editorial y se ha publicado como un ejercicio periodístico con el autor: demostrarle que es posible escribir una columna contundente y coherente dentro de normas éticas, o sea sin insultar, ofender o lanzar improperios contra las personas a las que alude, y sin que en tal medida pierdan validez sus planteamientos.

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