Pastrana en el “Lolita Express”: ¿a nadie le importa?

Por ROBERTO AMOREBIETA

De forma increíble, los medios de comunicación colombianos han omitido hablar de un escabroso episodio que combina pedofilia, espionaje, chantaje y poder, al mejor estilo de una película de misterio. Una historia que podría ocupar horas y horas de esos programas sensacionalistas que los fines de semana atraen la audiencia vendiéndose como de periodismo investigativo, prácticamente apenas ha sido mencionada por nuestros acuciosos periodistas. Si acaso una mención por aquí o por allá, sin contexto, sin explicación, presentando todo como la pilatuna de un excéntrico millonario que se salió de control.

La historia es la siguiente: Jeffrey Epstein, 62 años, famoso inversor estadounidense y reconocido miembro del jet-set, aparentemente se suicidó estando preso en Nueva York el pasado 10 de agosto. Se encontraba detenido desde hacía poco más de un mes acusado de liderar una red de prostitución infantil. Ya había estado preso en 2008 en un proceso penal similar en el que se supo que 36 adolescentes habían sido inducidas por él a prostituirse.

El avión privado y el “inversionista”

Hasta allí nada nuevo, si no fuera porque durante el último mes que estuvo en prisión se hicieron públicos documentos que revelaban las entrañas de su red de pedofilia, incluyendo los manifiestos de embarque de su avión privado, llamado por la prensa el “Lolita Express”, que llevaba y traía a importantes figuras de la política, la banca, la academia y el arte, desde y hacia una isla privada en el archipiélago caribeño de la Islas Vírgenes donde tenían lugar los encuentros sexuales con niñas y niños obligados a prostituirse.

Cuando se empieza a observar la historia con cuidado, nada resulta ser lo que parece. Epstein es señalado como “inversionista”, cuando su carrera en ese campo ha sido bastante precaria. Uno de sus dos grandes negocios fue como socio del banco de inversión Bear Stearns, uno de los primeros en desplomarse durante la crisis financiera de 2008. Su fortuna, más bien, parece provenir de su nada secreto negocio de prostitución infantil, pues como ahora se sabe, su clientela está entre lo más importante de la élite mundial, sin exagerar. En otras palabras, Epstein no era un inversionista sino un proxeneta.

La red de prostitución infantil

Entre sus clientes se encontraban miembros de la familia real británica como el príncipe Andrés, el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton, Donald Trump, el exprimer ministro británico Tony Blair, el exprimer ministro israelí Ehud Barak, cantantes como Mick Jagger y Phil Collins, actores de Hollywood como Kevin Spacey (a quien la verdad no sorprende encontrar en la lista) y Alec Baldwin, altos cargos de la Universidad de Harvard como Alan Dershowitz y Steve Pinker, y sobre todo magnates, muchos magnates.

En la lista de pasajeros del “Lolita Express” sobresalen los nombres del empresario Les Wexner (el dueño de la marca de ropa Victoria’s Secret), Conrad Black (dueño del periódico The Jerusalem Post), Gustavo Cisneros (dueño de Venevisión) y miembros de algunas de las familias más poderosas de la banca y de los negocios en todo el mundo, apellidos que solo se ven en las páginas de farándula o en las teorías de la conspiración: Rothschild, Goldsmith, Koch, Katz, Margolis o Rosenthal. Y un nombre llama la atención entre todos, en especial para los colombianos: Andrés Pastrana Arango, quien viajó el 20 y el 21 de marzo de 2003.

La breve respuesta y sus dudas

Cuando se conoció la lista, el expresidente emitió un lacónico comunicado en el que admitió haber viajado en dicho avión en 2003, pero no con destino a la isla propiedad de Epstein sino a Cuba, donde se dirigía por invitación del comandante Fidel Castro. Dijo además, no haber conocido nunca la isla donde se organizaban las orgías con menores.

Si se miran con un poco de cuidado los manifiestos de embarque del avión, puede observarse que el “Lolita Express” voló con Pastrana a bordo el 20 de marzo de 2003 desde Nueva Jersey hasta Palm Beach, Florida, y que al día siguiente voló desde Palm Beach hasta Nassau, capital de las Bahamas. Según Pastrana, hasta ahí llegó el avión pues en Nassau tomó otro vuelo a La Habana para atender la invitación de Fidel.

La explicación de Pastrana no deja de ser inquietante por tres razones. Primero, porque tomar un vuelo de Palm Beach a Nassau y de ahí otro a La Habana es como tomar un vuelo de Bogotá a Cartagena para transbordar luego hacia Tunja. Puede hacerse, pero no deja de parecer absurdo. Lo segundo es que no hay registro oficial de una visita de Pastrana a La Habana en esas fechas. Pudo haber sucedido, pudo haber sido una reunión secreta, pero la explicación no despeja esas dudas. Tercero, en el mismo vuelo Palm Beach-Nassau (el Bogotá-Cartagena del ejemplo) viajaba Jean Luc Brunel, un oscuro personaje, exmodelo y fotógrafo, quien ha sido acusado de violación y acoso por varias mujeres y ha sido además señalado como el principal proveedor de niñas para la red de Epstein.

La élite mundial y sus medios zalameros

Tal vez sí. Tal vez el pobre Andrés solo tomó un chance en el vuelo equivocado. Tal vez el bueno de Jeffrey le pareció un tipo confiable y decidió aceptarle el detalle de llevarlo hasta Nassau. Tal vez ni siquiera sabía quiénes eran sus demás compañeros de vuelo. Tal vez Andrés solo es víctima de una circunstancia desafortunada. Tal vez Andrés no es otra cosa que un idiota mal rodeado y con mala suerte.

Lo que queda de todo este episodio, que aún no termina, son básicamente dos reflexiones. La primera es que la élite mundial está corrompida hasta los huesos, algo que ya sabíamos, por cierto, pero que una revelación como esta viene a confirmar de forma brutal. Porque no es solo la corrupción, la evasión de impuestos, el uso de la fuerza, la manipulación de la opinión a través de los medios de comunicación, el robo continuado a los trabajadores de todo el mundo. Es además, que no tienen límites éticos ni morales cuando se trata de ejercer su dominio. Para ellos el sexo (y el sexo con menores) no es sino una demostración de poder.

Un diálogo de la película 88 milímetros expresa bien esta situación. Cuando el investigador Tom Welles (interpretado por Nicholas Cage) descubre que un millonario está tras la red de producción de videos snuff (videos en los que se golpea a alguien hasta morir) y pregunta por qué lo hace, su interlocutor le contesta: “Porque puede”.

Y segundo, los medios de comunicación en Colombia demuestran cada día que no son más que aparatos de propaganda, que no están del lado de la ciudadanía y que son incapaces de ejercer la crítica al poder. La forma resbaladiza como todos han evadido el tema de la aparición de Pastrana en la lista negra de Epstein denota su absoluta falta de compromiso con la verdad.

Ni una sola pregunta incómoda, ni un solo comentario, ni una sola exigencia de explicaciones. Nada, solo zalamería, guiños, risitas y alusiones traviesas al “loco” de Epstein, sus “pícaros” vuelos con prostitutas y su misteriosa muerte. Pero con Pastrana nadie se mete. Por eso sería interesante ver a quienes se rasgan las vestiduras preocupados por los niños y las niñas haciendo preguntas incómodas o protestando porque un expresidente no ha dado todas las explicaciones.

@amorebieta7

Tomado del semanario Voz

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