Oppenheimer, imperdible

Por LEONEL PÉREZ BAREÑO*

Absolutamente espectacular, es probablemente la mejor película de lo corrido del siglo XXI. Su argumento sobre la gran disyuntiva entre profundizar el armamentismo de las potencias o la institución de mecanismos diplomáticos e institucionales para desescalar la carrera armamentista, gira en torno al rol jugado por el padre de la bomba atómica, Julios Robert Oppenheimer (1904-1967), un neoyorquino que con el tiempo va descubriendo y sufriendo el dilema moral de la guerra: matar a 200 mil personas tras el ataque sobre las ciudades del sur de Japón de Hiroshima y Nagasaki, con tal de frenar el terrible saldo de la II Guerra Mundial (sept. 1, 1939- agosto 14, 1945): 30 mil muertos diarios, un millón al mes y cerca de ochenta (80) millones en seis años de horror.

En 180 minutos de excelencia cinematográfica mantiene al espectador con los ojos, la mente y el corazón atentos. Todo es de primer orden: el performance de actores muy experimentados, como Cilian Murphy, el protagonista; Emily Blunt, Robert Downey Jr, Gary Oldman, Matt Damon, y jóvenes actrices/actores, bajo la dirección impecable del director inglés Christopher Nolan, de solo 53 años, ya conocido por su exitosa Dunkerke.

Interesante la aparición de Albert Einstein y sus estupendas reflexiones. “El gran problema de la bomba atómica es que puede acabar no solo con la guerra, sino con todas las guerras”.

Esto es, con toda la humanidad. La película es una muestra inmejorable de tensión, como los 60 segundos previos al ensayo final, llamado Trinity, realizado pocos días antes del ataque nuclear a Japón. Ritmo, música, fotografía, trucos, emoción, un clima para aplaudir sin aplaudir en la mitad de la función.

Momentos sublimes: cuando la esposa del protagonista es informada sobre la operación y la secretaria de Oppi, como llamaban a Oppenheimer sus compañeros de trabajo, le dice por teléfono: ‘puede meter las sábanas que estaban secándose bajo el sol’, santo y seña del éxito de la prueba definitiva.

Oppi es nombrado director del Proyecto Manhattan, y bajo su tutela 130 mil personas estuvieron durante tres años concentrados en ganar a los alemanes la carrera por la construcción del arma más letal de toda la historia humana.

Los sitios claves del proyecto: Los Álamos en New México, primero, después Tennessee y California. De allí surgió la bomba de 19.000 toneladas de TNT para persuadir al emperador japonés de su rendición, como en efecto ocurrió tras la devastadora decisión.

Las grandes universidades de los Estados Unidos participaron: UCLA en Berkeley, la primera, luego Harvard, MIT, Princeton.

La reunión entre Oppenheimer y el presidente Harry Truman constituye un momento especial, porque sintetiza el núcleo central del film: la interacción compleja y tensa entre la política y la ciencia.

Los políticos pugnan por la fuerza como sea, los científicos son capaces de prever el largo plazo y -en el caso de Oppi- toman partido por la negociación entre superpoderes para impedir la catástrofe nuclear. ‘Usted no llore por los miles de muertos japoneses, usted solo construyó la bomba, pero quién decidió su explosión fui yo’, le dice Truman al científico.

El ego entre unos y otros desata enormes tormentas, como la que lleva a Oppi de héroe nacional y ‘hombre del año para Life y Time, a sospechoso de traición a la patria y afín al Partido Comunista americano.

Quince años sufrió cruda persecución del macartismo, hasta que al final de su corta vida (63 años) fue reivindicado, sobre todo por la acción de otro gigante de la política norteamericana: John F. Kennedy. El carácter fuerte de Oppi parece flaquear ante las mujeres, su amante inicial, una activista del partido comunista gringo, y su esposa, una fiel y firme aliada que nunca soportó el pragmatismo y la hipocresía de la élite gobernante americana.

Para ver varias veces esta inolvidable película, que nos reivindica con el cine de óptima calidad.

* Leonel Pérez es natural de Tame (Arauca). Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, director del Corpes de la Orinoquia en los años 90, secretario de Planeación de Arauca en el Gobierno de Alfredo Colmenares Chía.

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