No son sólo números

Por HUMBERTO TOBÓN

En lo corrido de 2023 estamos repitiendo, casi exactamente, la misma realidad en materia de inflación que se vivió en 2022. En ambos años, al finalizar el primer trimestre, el índice de precios al consumidor fue 4,56%. El dato de marzo de hace un año fue 1% y el de este alcanzó 1,05%. Al final, el acumulado de doce meses el año pasado con corte a marzo era de 8,53% y el de este fue 13,34%. Y los mensajes que manda el mercado, es que las cosas van a continuar así, no se sabe hasta cuándo.

Este cúmulo de cifras es importante para el análisis de los expertos, que miran tendencias y se aventuran, casi siempre sin éxito, a hacer predicciones. Pero en el diálogo ciudadano, la frase que se escucha es “todo está muy caro”.

Los alimentos, las bebidas no alcohólicas, los arrendamientos, el transporte, la energía, el agua, el gas, los restaurantes y los combustibles, son los que más contribuyen al aumento de la inflación y, por tanto, los que más afectan el bolsillo de las familias.

Al comenzar el año, existía la expectativa de que la inflación iba a descender a niveles del 5% anual, pero todo ha sido una ilusión. Hoy los cálculos de los bancos y de los organismos multilaterales hablan de una inflación para 2023 del 9%.

Las familias intentan mantener el consumo de bienes esenciales acudiendo al crédito, a pesar de las altas tasas de interés. Es una reacción de supervivencia en el corto plazo, aunque las consecuencias para la economía hogareña pueden agravarse en el futuro cercano, cuando se agote la capacidad de pago.

Eso sí, la alta tasa de interés de referencia del Banco de la República y las que ofrecen los bancos comerciales, han generado que muchas familias hayan desistido de la compra de viviendas, automotores y productos de lujo. También estén buscando sustitutos para ciertos alimentos que están excesivamente caros.

Se esperaría que con la caída en picada del valor de los fletes marítimos (-80%) en los últimos seis meses, la reducción de la inflación en Estados Unidos y el precio del dólar a la baja, la inflación en el país cediera lo suficiente. Pero hay factores que aguan la fiesta, como el incremento de los precios de los combustibles, el valor de los arrendamientos, la largas temporada invernal que afecta la producción de alimentos, las malas condiciones de las vías terrestres, el precio de los tiquetes aéreos y la negativa de los empresarios a bajar el costo de las mercancías que tienen en stock.

La combinación de todos estos factores, nos están anunciando que la economía colombiana apenas sí crecerá un máximo del 1%. No es un hecho exclusivo de nuestro país. La desaceleración será mundial. Algunas economías poderosas apenas sí llegarán a un crecimiento del 1,3% y es posible que algunas tengan signos negativos.

De momento, lo que se debe imponer en los hogares es la racionalidad en el gasto y la cautela con el endeudamiento, para evitar futuros dolores de cabeza.

@humbertotobon

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