Nicolás Petro y el contragolpe “blando”

Nicolás Petro aparece involucrado en presuntos hechos delictuales que dieron pie a una captura precipitada y mediática ordenada por el fiscal Francisco Barbosa, empeñado en debilitar el gobierno del presidente Gustavo Petro, quien encabeza un proyecto de raigambre popular con prioridad en la paz, la defensa de la tierra y los derechos humanos fundamentales.

El mandatario ha expresado su pesadumbre frente al encarte de su hijo, como es apenas natural en la vida familiar.

La acción del fiscal Barbosa –un hirsuto personaje de la ultraderecha uribista- ha capitalizado para sus fines politiqueros golpistas la adversidad judicial de Nicolás, recomponiendo el denominado “golpe blando”, prioritario en la agenda del bloque reaccionario que tiene como eje la destrucción a como dé lugar del proyecto transformador del Pacto histórico.

La espectacularidad y el despliegue mediático del apresamiento del hijo del presidente da la medida de los propósitos politiqueros de la acción, -sin justificación por no existir antecedentes penales-, de este fiscal de bolsillo del expresidente Álvaro Uribe, de las mafias de la corrupción, del neoparamilitarismo y del “partido militar/policial” en proyección electoral.

Para medir la mala intención y el filo de la conspiración basta hacer el contraste del procedimiento judicial citado con situaciones criminales más graves, como la del robo petrolero en el que están involucrados poderosos integrantes de las castas del poder (con aroma de uribismo) y las roscas burocráticas de Ecopetrol; a los involucrados en esta operación delictual con un saqueo billonario a la Estado, no obstante estar identificados por la policía, se les ha dejado libres para que puedan seguir comprando fiscales, sobornando jueces, alterando pruebas y organizando planes de escape.

Así ocurre también con el caso de Odebrecht, que involucra a Oscar Iván Zuluaga, a su hijo y a Iván Duque, quienes van derechito a quedar en la impunidad porque los acusados siguen en libertad, maniobrando para entrabar y entorpecer las acciones judiciales.

O el caso del ex presidente Uribe Vélez, con varios procesos en la Fiscalía estancados y bloqueados por los mismos fiscales de la cuerda ultraderechista.

O el caso de los hijos del mismo Uribe, con un gran número de encartes penales pero blindados por el poder de su progenitor, quien los trasladó a Brasil para ponerlos a salvo de cualquier contingencia judicial.

O los cientos de casos de corrupción en las regiones –ver Santander, Quindío, Meta etc.- trancados en la Corte Suprema de Justicia porque los delegados de la Fiscalía disfrutan el soborno millonario de las mafias, solo para que impidan cualquier resultado desfavorable a los implicados: exgobernadores, exalcaldes y demás altos funcionarios enchufados al bandidaje.

Con la captura de Nicolás Petro lo único cierto es que hay un contra golpe “blando” o la reestructuración del “golpe blando” que viene gravitando desde meses atrás contra el gobierno nacional, en el que están involucradas fuerzas oscuras de la ultraderecha, fiscales, jueces fascistas e incluso políticos racistas, empeñados en poner fin a la acción transformadora democrática del presidente Gustavo Petro.

En eso es también visible la posición de la Procuradora Cabello, quien está en ese campo de la conspiración con artimañas seudo judiciales para desconocer los fallos de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

Sin embargo, se estrellan con la voluntad, la convicción y la fuerza del presidente, quien avanza en los procesos de reforma social y en la paz, pero que requiere el acompañamiento de todo el movimiento social y de las fuerzas políticas concernidas en el Pacto Histórico.

Lo único cierto es que esta tramoya reaccionaria solo se puede vencer con la intervención organizada de la multitud. Con la movilización social y popular en todos los campos: en la plaza pública, en las carreteras, en los medios de comunicación, en las redes sociales y en el trabajo perseverante, comprometido de todos los líderes del Pacto Histórico y en la vigilancia de las Guardias campesinas e indígenas. También en el trabajo juicioso y transparente de los funcionarios públicos: ministros, jefes de entidades nacionales y territoriales.

@HoracioDuque8

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