Mi padre Ricardo Lara y el presidente Petro

Por MÓNICA YARIMA LARA AGUDELO

El pasado 19 de junio Gustavo Petro ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, con el voto más alto de la historia. Por ello, el próximo 7 de agosto por primera vez en la historia de Colombia un exguerrillero será el jefe del Estado. Un hombre que para enfrentar la corrupción, injusticia social y falta de garantías formó parte de una organización guerrillera, ahora será el mandatario de todos los colombianos. Una aparente contradicción que se dio ya en Brasil con Dilma Rousseff y en Uruguay con Pepe Mujica y que sus oponentes han intentado exprimir en su contra hasta la saciedad. Pero Petro no fue ni el primer exguerrillero elegido por voto popular en Colombia, ni seguramente será el último.

Fue por allá en el año 1983/84, con la amnistía de Belisario Betancur dentro del fracasado Proceso de Paz de ese momento, que diferentes comandantes guerrilleros plantearon dejar la lucha armada para organizar una legítima lucha social y política desde la legalidad. Uno de ellos fue Ricardo Lara Parada, mi padre.

Ricardo había sido uno de los siete hombres de la Brigada José Antonio Galán que conformaron el primer embrión del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y cofundado esa agrupación guerrillera, llegando a ser uno de sus principales comandantes y segundo al mando. Sin embargo, después de casi diez años en el monte, de sentir que a las órdenes de Fabio Vásquez Castaño se había traspasado un límite y cierta degradación moral y ética, abandonó el ELN, al ver que corría el riesgo de ser fusilado como su buen amigo Víctor Medina Morón.

Mi padre pasó cuatro años en la cárcel, y otros cuatro en el exilio, primero en Panamá acogido por el general Omar Torrijos, luego en la Nicaragua sandinista al lado de Tomás Borge, apoyando ambos procesos revolucionarios. También tuvo acercamientos con la Libia de Muamar el Gadafi. Experiencias que fueron parte de su aprendizaje y maestría para entender un poquito más un mundo complejo y acelerado, que cambiaba a marchas forzadas.

En 1982 regresó a Colombia y a pesar de que le llovían las ofertas para volver a ingresar a filas guerrilleras, se acogió a la amnistía de Betancur y le dio una oportunidad a la paz, y a trabajar por construir un país mejor. Volviendo a sus orígenes, a la tierra que lo vio nacer, a la Barrancabermeja donde, como él decía, olía a guayaba verde y a petróleo.

Su carácter humanista, su carisma, su magnetismo y la historia de su lucha revolucionaria contra la opresión e injusticia presentes en Colombia provocaron rápidamente que la gente lo visitara para platicar con él, y la pequeña librería llamada “Macondo” construida con libros donados de su amigo Gabo, empezó a convertirse en lugar de encuentro, debate y construcción de un nuevo movimiento social y político que crecería exponencialmente en los siguientes meses, ayudado por la coyuntura del momento. Y con Ricardo y la población luchadora de los barrios populares de Barrancabermeja, herederos del digno pueblo rebelde de los Yariguíes, se formó una de las primeras experiencias de poder popular más hermosas de Colombia: el Frente Amplio del Magdalena Medio (FAM). Un movimiento social y político que juntaba liberales, conservadores democráticos y hasta comunistas. Una experiencia popular que desde el brazo de la base, como él solía llamar, aglutinaba sectores humildes y populares. Y en ese contexto, durante las elecciones de 1984 al concejo de Barrancabermeja, Ricardo fue el primer exguerrillero elegido por voto popular en la historia del país.

Y como Petro, tuvo que soportar el insulto y la difamación de sus rivales y oponentes políticos que no le perdonaban su pasado guerrillero. Sin embargo, durante su periodo en el Concejo demostró sobradamente su valía con propuestas a favor de la justicia social que el pueblo de Barranca aún recuerda. Desgraciadamente su lucha social y política, así como el proyecto del Frente Amplio, se vieron truncados por su asesinato el 14 de noviembre de 1985. No había garantías para un exguerrillero que había firmado la paz, de hacer política.

Triste paradoja de la vida, la noche anterior a su salida de la ciudad para protegerse de un atentado planificado por militares, del cual había sido avisado, Ricardo es asesinado por sus antiguos compañeros del ELN. Un ELN que con una nueva comandancia no podía soportar que un cofundador y excomandante suyo alejara de la lucha armada a la juventud barranqueña, con sus propuestas valientes y decididas de lucha política desde el caliente asfalto de la ciudad y no desde la lejanía de la selva. “Traidor” le llamaron, por querer hacer la revolución de forma distinta a ellos, sin armas.

Tal y como me dijo personalmente 30 años después, uno de sus mayores enemigos en el campo de batalla, el general Álvaro Valencia Tovar: “Su papá estaba destinado a morir, o lo mataban sus antiguos compañeros del ELN por “traidor”, o lo matábamos nosotros por lo que estaba construyendo políticamente. No tenía garantías, ni de un lado ni del otro”.

Y así fue con muchos otros compañeros después de él, que fueron cayendo asesinados. Sin garantías de ningún tipo.

Después de Ricardo vinieron muchos más, que creyeron en unas garantías que tampoco tuvieron, hombres y mujeres del M-19 como Carlos Pizarro, y más recientemente de las FARC. En lo que vamos del proceso de paz, más de 300 excombatientes han sido asesinados. Triste injusticia la de estos hombres y mujeres que después de no morir en la guerra, lo hacen en una mal llamada paz.

Por eso, el próximo 7 de agosto es un día histórico: el camino que empezó Ricardo Lara en un lejano 1983 y que le costó la vida, Petro lo culmina con una victoria por todos y todas aquellos hombres y mujeres que en estos 39 años han sido asesinados después de firmar la paz.

Sin lugar a duda, hoy Gustavo Petro hace posible el anhelo de Ricardo y el de tantos hombres y mujeres que después de acogerse al derecho de rebelión, transitaron hacia la legalidad, para poder transformarla.

Gracias Papá por iniciar este camino, Gracias Petro por culminarlo.

@RayodeLuna9

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