Maradona se subió sobre los hombros de Pelé

Por PAME ROSALES

En la eterna disputa sobre cuál de los dos fue mejor, si Pelé o Maradona, esgrimir el peregrino argumento a favor de Maradona según el cual “en la época de Pelé no marcaban tanto”, o “antes era más fácil meter goles”, equivale a presentar a una serpiente que se muerde su propia cola. ¿Por qué, entonces, si en los años 50 y 60 nadie marcaba, o no existía el llamado ‘pressing’, o si se marcaba poco, todos los demás jugadores ofensivos contemporáneos de Pelé no hicieron lo mismo que él? ¿Por qué no todos metieron mil y pico de goles, por qué no todos pasaban tan fácilmente por entre los defensas rivales?

Pensemos en esto: Isaac Asimov, una voz suficientemente autorizada en ciencia, consideraba a Isaac Newton como el científico más grande de todos los tiempos, y no precisamente porque fuese su tocayo, sino porque además de ser el autor del libro científico más importante jamás escrito (Principia Mathematica) presentó sus leyes del movimiento, su teoría de la gravitación, fundó las matemáticas superiores, elaboró el cálculo, la óptica moderna, la física moderna y la astronomía moderna. Alguien podría decir, siguiendo una lógica similar a la de los feligreses de la Iglesia Maradoniana, que si Newton era tan inteligente y sabio, ¿por qué no concibió la Teoría de la Relatividad como sí lo hizo Albert Einstein? Pues por la sencilla razón de que entre Newton y Einstein caben dos siglos y medio de ciencia, y sobre los hombros de todos esos científicos y avances y descubrimientos que los separan -y de hecho también, o especialmente, sobre los del propio Newton -se apoyó Einstein, y de ese modo pudo ver la realidad desde un punto de vista más privilegiado. De ese modo pudo reunir los conocimientos y herramientas que necesitaba para plantear sus hipótesis. ¿Que era un genio? Nadie lo niega, pero tendríamos que ver si habría podido hacer lo que hizo si Newton no hubiera existido (la respuesta, en realidad, es que no. Más aún: quizás esta sería la hora en que todavía no habríamos pisado la Luna).

Pretender comparar a Pelé con Maradona, o a Maradona con Messi, o -peor aún- a Pelé con Messi se me hace de una necedad extraordinaria

De la misma manera, Maradona se subió sobre los hombros de Pelé. Y sobre los de otros muchos más, como Cruyff, Puskas, Eusebio o incluso su paisano Di Stéfano, quienes no sólo hicieron todo antes que él, sino que inventaron jugadas y técnicas que después él copió o aprendió, así nunca los hubiera visto jugar. Porque el fútbol que evolucionó y llegó hasta la humilde Villa Fiorito lo ayudaron a crear aquellos, independientemente de si después Maradona agregó a esa gran sopa futbolística mundial otros ingredientes nuevos, de su propia cosecha.

Por otro lado, en los tiempos de Pelé existía muy poco de lo que ya había en los de Maradona, y casi nada de lo que está disponible hoy. No existían las escuelas de formación de los grandes clubes, esas que moldean a los niños desde edades preescolares, ni los avances en medicina deportiva o en nutrición, ni las novedosas técnicas en entrenamiento para deportistas de alto rendimiento, ni las tecnologías y exámenes para medir y mejorar la técnica o la respuesta física, ni los implementos deportivos de avanzada, ni los sueldos multimillonarios, ni los patrocinadores (sólo para hacernos una idea: Just Fontaine, el goleador del Mundial del 58 -el mismo torneo en el que Pelé ganó su primera Copa del Mundo, por cierto- tuvo que jugar con guayos prestados, porque no tenía plata para comprarse unos). Lo mismo aplica para los balones, por ejemplo, que han ido perdiendo peso año tras año, y cada vez son más manejables y aerodinámicos, fabricados con mejores materiales, todo lo cual redunda en beneficio de los jugadores habilidosos.

Ya puestos en eso, podemos seguir abundando en las diferencias entre las diferentes épocas: antes tampoco había los registros fílmicos de hoy, ni en cantidad ni en calidad, y por lo tanto la mayoría de actuaciones de Pelé nunca se grabaron, o se perdieron, o se ven muy mal con respecto a cómo se ven las de Maradona (y, por supuesto, las de Maradona tampoco se ven tan bien ni son tan detalladas y numerosas como las de Messi, de quien podemos ver videos incluso desde que era un niño). No había transmisiones en directo, ni repeticiones instantáneas desde 8 ángulos diferentes, ni redes sociales para compartir y promocionar las proezas de tal o cual jugador.

Y aunque la siguiente suposición nace muerta, porque sin la contribición de Pelé el fútbol no estaría en los altísimos niveles de hoy, ¿se imaginan si Pelé, ese atleta natural y ambidiestro, surgiera hoy y a los 5 años fuese reclutado por el Barcelona o por el Real Madrid?

De modo que pretender comparar a Pelé con Maradona, o a Maradona con Messi, o -peor aún- a Pelé con Messi se me hace de una necedad extraordinaria, porque así como Maradona tuvo ventajas sobre Pelé también es válido afirmar lo contrario, como bien lo anotan quienes señalan a los de antaño como partidos menos cerrados y defensivos que los de ahora.

Pero para aquellos que insisten en compararlos pelo a pelo, diré lo siguiente: con los potentes telescopios de ahora yo podría escudriñar el espacio sideral como nunca siquiera lo soñó Galileo, uno de los inventores de ese instrumento, y de pronto hasta podría descubrir de chiripa una estrella nueva en el firmamento. Pero convendremos -o eso espero- en que a nadie se le ocurriría insinuar que por esa razón yo soy mejor astrónomo que Galileo, ¿cierto?

Bueno, es la misma vaina.

@samrosacruz

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