La tiranía del voto emocional en TikTok

Por GERMÁN AYALA OSORIO

El voto como resultado de una manifestación emocional, casi primitiva y sujetada con grapas a la ignorancia colectiva, fue el que puso en segunda vuelta a Rodolfo Hernández Suárez. Vamos a suponer por un instante que a la votación alcanzada por el violento y misógino candidato presidencial no llegaron los sufragios de las maquinarias uribistas. Así, es posible que quienes votaron por el “viejito” cascarrabias hayan sido jóvenes que odian los discursos elocuentes que los obligan a pensar y a buscar las palabras que desconocen. Esa muchachada es la que gusta de TikTok, red a la que apeló el exalcalde de Bucaramanga para cautivar a miles de jóvenes que haciendo uso del derecho a la ignorancia no quieren oír rollos ni conferencias y mucho menos conocer la historia de Colombia. Lejos están estos muchachos y muchachas de los jóvenes de la Séptima Papeleta o de los corajudos que componen la Primera Línea.

En las universidades públicas y privadas, pulula esta muchachada que deambulan acrítica, desinteresada, apática, pero convencida de que con esa red pueden alejarse de la complejidad de la vida, para vivir tranquilos, envueltos en un avasallante individualismo moderno. Se trata de una ignorancia funcional al sistema político, por cuanto se ignora de manera consciente el devenir de la historia. A ese terreno que exige curiosidad intelectual, donde pueden encontrar hechos, interpretaciones y explicaciones, millones de jóvenes no quieren llegar. Es más, huyen despavoridos.

Así las cosas, el voto emocional alimentado por la intención manifiesta de no querer conocer, discernir y pensar críticamente, terminó conduciendo a la segunda vuelta al más básico de los candidatos presidenciales en contienda. Con ese cóctel, simple de lograr, Hernández Suárez tiene en aprietos a la candidatura de Gustavo Petro, en la que sí confluyen el pensamiento crítico y sistémico, las preocupaciones colectivas y las inquietudes por el futuro de la humanidad.

El discurso elocuente y estructurado de Petro no llega a esos cientos de miles, quizás millones de jóvenes que quieren vivir al margen de las complejidades de la vida humana. Ese discurso los aburre, porque su apuesta por la vida está alejada de lo complejo. Por eso encontraron en el octogenario político a un referente y quizás a un líder. Les resulta divertido por su lenguaje procaz y básico. No habla como político, aunque lo es, sino como un ciudadano del común, poco leído, a lo que se suma, su carácter primitivo.

Asistimos a un cada vez más arraigado fenómeno de caricaturización de la democracia, que necesita de los “nuevos lenguajes de las redes sociales” para banalizar y simplificar lo complejo. La complejidad no es el paradigma en el que se quieren ubicar los jóvenes “tiktokseros”. Por el contrario, quieren vivir en la sabrosura que les produce lo simple, lo mínimo, lo básico, lo elemental, lo más primitivo. 

Es posible pensar también que detrás de la votación del mentiroso outsider de Bucaramanga haya algo de voto castigo al petrismo y al uribismo. Es posible. Pero igual, ese voto castigo deviene contaminado de una decisión autónoma de cientos de miles de jóvenes “tiktokseros”: vivir bajo una tranquilizante ignorancia. Y optaron por ese camino, evitando el problema de leer y confrontar el discurso de Petro, de hurgar la vida pública de Hernández y quizás, la más importante: abandonar el individualismo y pensar más en los demás.

@germanayalaosor

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