La técnica y la justicia climática deben supeditarse a la política

Por HILDEBRANDO VÉLEZ G.

En mi condición de ingeniero y habiéndome doctorado en ciencias ambientales, con total modestia quisiera invitar a que se reconozca y se entienda que la política precede a la técnica. 

La tecnolatría que promueven los grandes actores económicos, el capital financiero, la industria petrolera y la gran industria agropecuaria, engañan haciendo creer que superarán el hambre, la crisis climática y el agotamiento de la diversidad biológica incentivando la geoingenieria, desarrollando técnicas geológicas y biológicas de captura y almacenamiento de CO2, alterando la química de los océanos, modificando genes y semillas.

Esta nueva ‘teotecnocracia’ quiere hacernos creer que sobrevendrán milagros, que por tanto el sistema puede seguir destruyendo la naturaleza, pues la tecnología operará como una panacea o un bálsamo que a última hora nos brindará la salvación.

Más allá de los poderosos sectores negacionistas y reaccionarios, las burocracias de los órganos multilaterales (sobre todo las instituciones financieras internacionales), diversas instituciones estatales y sectores de la academia han sido dispositivos ideológicos y tecnocráticos del poder de las grandes corporaciones trasnacionales que dominan el mercado tecnológico de la extracción y comercio de combustibles fósiles, incluso de las tecnologías verdes.

En la ora orilla se sitúan los partidarios de la justicia climática, que intentan influir a su modo en las posturas o visiones de algunos Estados en conferencias multilaterales sobre Cambio Climático, de Biodiversidad y de Desertificación, así como en algunos de sus órganos subsidiarios.

Las fuerzas que alientan esta política de la justicia climática son ante todo organizaciones que se agrupan en La Vía Campesina, ambientalistas con un acento más comunitario y radical, las organizaciones feministas, indígenas y de los pueblos étnicos, así como académicos de reconocida trayectoria.

Tender puentes entre la tendencia que aboga por la Tecnocracia y la que propende por la Justicia Climática es un asunto de táctica, pero también una urgencia estratégica. El tiempo es breve y nos corresponde buscar que algunos de quienes están en el carril adverso a la justicia climática se acerquen y clarifiquen con nosotros sus posturas.

No es que esperemos una conversión espontánea de la conciencia de quienes insisten en buscar salidas mágicas o una rectificación autocrítica de quienes creen estar en el vagón de los privilegiados de esta nave que es el planeta Tierra; pero no por ello abandonaremos el esfuerzo de tender lazos para el diálogo y la acción de cambio. Frente a la pregunta de cómo afrontar la crisis climática, habría que hacer concurrentes la justicia ambiental y la modernización ecológica radical.

No es acudiendo al modernismo ecológico prometeico que se abandona la idea del desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas, ni al pensamiento eurocéntrico de corrientes socialistas, sino buscando un giro hacia el comunitarismo, el saber ancestral y el conocimiento situado de las Ciencias de la Tierra. Desde luego, con el consentimiento previo de la gobernanza de los habitantes locales.

@hildevelez1

* Hildebrando Vélez es Ambientalista y Educador, Ingeniero Químico de la Universidad Nacional, Mgr. en Filosofía PUJ, PhD UV.

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