La privatización de Ecopetrol y otras entidades

Por DIEGO OTERO PRADA

Como dice el título de esta columna, Ecopetrol y las entidades de Bogotá están privatizadas en los hechos, pero sin que se hayan vendido las acciones que allí poseen el gobierno nacional y el Distrito Capital.

Es la mejor forma de privatizar: nombran como miembros de las juntas directivas a personas privadas y no aparecen los representantes del gobierno, excepto figuras secundarias. Es muy fácil esta privatización, porque los privados manejan empresas estatales sin aportar un solo peso, y las administran según los criterios de los intereses que representan.

Ecopetrol manejada por dictados de la OCDE

El caso más notorio es el de Ecopetrol, la empresa más importante del país, donde el Estado es dueño del 88 por ciento de las acciones. Pues bien, siguiendo las normas de OCDE, ya que Colombia es miembro de esta institución, lo que llaman la gobernanza corporativa significa para esta institución super neoliberal que el Estado no las maneje, sino entes privados, y bajo una concepción antiestatal.

Fíjense no más: Ecopetrol en su último cambio de junta directiva, que se produjo el 14 de octubre de 2022, quedó integrada así:

              Mauricio Cabrera Galvis Consultor financiero

              Mónica de Greiff              Sector privado

              Carlos Gustavo Cano      Representante de los independientes      

              Esteban Piedrahita          Presidente de Icesi

              Sergio Restrepo              Independiente

               Luis Santiago Perdomo  Independiente profesor de CESA

              Gonzalo Hernández        Viceministro técnico de Minhacienda

               Sandra Ospina               Profesora Universidad del Valle, representante de los departamentos

               Saúl Kattan                    Viene del sector privado, petrista.

Excepto los accionistas minoritarios y los de los departamentos productores, el resto de los siete miembros son nombrados por el gobierno nacional, por postulación del ministro de Hacienda. Se observa que ninguno tiene conocimiento del sector petrolero o energético en general, salvo Sandra Ospina ingeniera electricista. En su mayoría son parte de las élites colombianas, de orientación ortodoxa, vinculados a negocios privados, miembros de juntas directivas, egresados de universidades privadas elitistas.

 Fue nombrado presidente de la junta directiva el petrista Saúl Kattan, reversando el nombramiento del uribista y neoliberal Carlos Gustavo Cano. Algo increíble, había sido nombrado presidente de la junta con el voto de todos los representantes nombrados por el gobierno, lo cual muestra muy bien la ideología de estos, incluyendo el viceministro de Hacienda.

Fíjense lo absurdo, no hay ningún representante del ministerio de Minas y Energía, y del gobierno solamente está el viceministro, en un papel subsidiario. De tan importante junta directiva deberían formar parte el ministro de Minas y Energía, el ministro de Hacienda y el jefe del Departamento Nacional de Planeación (DNP.

No se trata de desconocer las cualidades académicas y la experiencia de los citados miembros. Lo que queremos manifestar es que ahí hay un asunto ideológico para tener en cuenta. Un gobierno de izquierda, o progresista y antineoliberal, nombra como representantes en las juntas directivas a personas con perfiles que representen sus ideas.  No se puede gobernar con adalides del sistema y pertenecientes a las clases dominantes.

Lo mismo ocurre con las empresas distritales

Y lo mismo sucede con las empresas distritales integradas por privados, normalmente egresados de Los Andes, elitistas que representan a grandes intereses privados, con orientación neoliberal.

Esto no ocurría antes de que Colombia fuera miembro de la OCDE. El presidente de la junta directiva de Ecopetrol era el  ministro de Minas y Energía. Es lo lógico de una empresa manejada por el Estado. Hoy la administran los privados, dentro de un gobierno que se dice progresista.

Conclusiones

Estamos ante la presencia de un Estado privatizado, lo cual es muy irónico en un gobierno que se decía de cambio, pero admite imposiciones de la OCDE.

Lo mejor es retirarse de esta organización neoliberal, que sirve a los intereses de las multinacionales y de países capitalistas, imperialistas y colonialistas.

Un gobierno de cambio, progresista, antineoliberal, no puede estar en la OCDE  ni ser parte de la OTAN, ni permitir bases y radares en la isla Gorgona.

Un gobierno de cambio nombraría otro tipo de directivos: verdaderos expertos en energía. E incluiría a representantes de los trabajadores de los gremios de la ingeniería, que representen un cambio verdaderamente progresista.

@DiegoOteroP

* Foto de portada, tomada de revista Cambio

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial