La paz total y el proyecto político de la derecha

Por GERMÁN AYALA OSORIO

La llegada del primer exguerrillero colombiano a la Casa de Nariño en condición de presidente de la República constituye un logro para la izquierda, aunque no necesariamente ello incluya a la izquierda que sigue en pie de guerra. Quienes pensaron que el triunfo político y electoral de Petro podría facilitar las negociaciones con las guerrillas del ELN y las disidencias de las extintas Farc-Ep, se equivocaron. Expongo varias razones que podrían dar sentido de realidad a ese error de cálculo:

1. El origen social y político de los dirigentes y militantes del M-19. La espectacularidad mediática no la asumen los guerrilleros más ortodoxos como parte sustancial de la guerra de guerrillas.

2. El proyecto político revolucionario con el que se identificó y luchó el M-19 no se conecta con las aspiraciones e ideas de los guerrilleros que hoy hacen parte del ELN y de las disidencias farianas.

3. La actitud mesiánica de los elenos termina por chocar con la decisión de Petro de haber aceptado jugar con las reglas de la democracia, así el régimen mafioso y criminal siguiera vigente.

4. Es tan alta la desviación misional de los guerrilleros que hoy están en armas, que su lucha se mantiene más por el deseo de conseguir dinero o por la necesidad de defender a algunos sectores e intereses. Estas dos circunstancias, por supuesto, se alinean con la comprensión de sus dirigentes de que jamás se tomarán el poder a tiros.

Frente a las organizaciones narco-paramilitares las posibilidades de una negociación de paz no pasarían, en estricto sentido, por el pasado revolucionario del hoy presidente Gustavo Petro, sino por otras circunstancias, asociadas estas a la consolidación de un doble Estado en Colombia, reconocido y apoyado por la derecha internacional.

La negativa del fiscal general a levantar las órdenes de captura vigentes contra los narco-paramilitares que hacen parte del Clan del Golfo debe entenderse como parte del proyecto político del uribismo. Aunque el gobierno aclare las dudas jurídicas planteadas por Francisco Barbosa, y finalmente acceda a congelar las órdenes de captura vigentes, mantener la operación de estos grupos al margen de la ley es un propósito impostergable para los empresarios y políticos que necesitan mantener la producción de cocaína. El negocio del narcotráfico de tiempo atrás se maneja desde los más altos niveles del poder social, económico y político, hecho que compromete la misma operación del Estado. Por eso resulta quimérica la búsqueda de la paz por cuanto el negocio debe continuar hasta que los contados agentes internacionales involucrados encuentren la manera de sembrar la coca en los pisos térmicos de algunos países del Norte, o decidan meterse de lleno en el negocio de las drogas sintéticas.

Así entonces, loable la intención de Petro de buscar pacificar el país a las buenas, pero no podemos olvidar que el proyecto político y económico de la derecha colombiana, en coordinación con la derecha internacional, exige mantener en el tiempo la idea de pacificar el país a las malas, pues ello les garantiza óptimas condiciones para que empresarios y políticos continúen con el negocio del narcotráfico y de la venta de armas, con el objetivo de consolidar la operación del doble Estado, lo que les permite extender en el tiempo las relaciones mafiosas y por supuesto, la corrupción público-privada.

Ojalá farianos y elenos entiendan que cada día que pasan insistiendo en tomarse el poder a tiros, se convierten en los mejores idiotas útiles de los Señores de la Guerra y de los que participan de la red de lavado de las cuantiosas ganancias que deja el narcotráfico.

Al final terminaremos por aceptar que la guerra es mejor negocio que la paz, y más en una sociedad como la colombiana que se acostumbró a ver morir a los más pobres, encarcelados a los más pendejos y perseguidos a los que ingenuamente creen en que es posible vivir en paz en este platanal con bandera que llaman Colombia.

@germanayalaosor

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