Por Jorge Senior
1. Las marchas tranquilas, pacíficas y multicolores en todas las capitales y algunas ciudades intermedias, superaron a anteriores movilizaciones y fueron expresión cívica multitudinaria de inconformidad ante las políticas del desgobierno. El intento del uribismo de deslegitimar el paro, fracasó. Toda una expresión cultural.
2. El cese laboral fue significativo, como hace mucho tiempo no se veía. El efecto económico se sintió… y se resintió.
3. Por primera vez hubo un cacerolazo a nivel nacional. Empezó de manera espontánea y se extendió rápidamente, gracias a las redes sociales. Esta es una expresión de protesta de la clase media, especialmente en edificios y conjuntos residenciales. El pueblo colombiano se hizo oír.
4. Amplios sectores de la sociedad civil se alinearon contra el gobierno uribista y se vincularon de diversas maneras, desde los artistas y grupos culturales hasta la iglesia católica y las universidades privadas, además de las organizaciones sociales populares.
5. Los abusos de autoridad por parte de las fuerzas policiales a lo largo de la tarde y la noche en algunas ciudades quedaron grabados en videos y evidencian la degradación de una institución que agrede salvajemente a su propio pueblo. Dos décadas de educación en Derechos Humanos no han servido para nada. Valdría la pena investigar el estado de salud mental de muchos de esos funcionarios armados, pagados con nuestros impuestos.
6. Sospechosamente, la militarización y el despliegue de fuerza pública concentró los efectivos en zonas y horarios de modo tal que facilitaron la acción delincuencial oportunista de las pandillas juveniles barriales sobre el comercio y unidades residenciales. Este nuevo fenómeno está asociado al microtráfico y la destrucción del tejido social que la investigación social viene informando. ¿Ineptitud o complicidad del operativo policial? En todo caso, refleja el abandono del Estado a las zonas excluidas y la lumpenización de la juventud marginada. Ya se sabe que esta estrategia de ataques desde las favelas a la clase media, enfrentando pueblo contra pueblo, es un modo de propiciar el fascismo. Es el modelo brasileño.