Por LUIS ALFONSO MENA
Parodiando el título del extraordinario relato literario de Gabriel García Márquez La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada, lo que está ocurriendo en Colombia luego de los comicios del domingo 13 de marzo es un hecho de tal magnitud, que deja en evidencia la perversidad del sistema electoral colombiano.
En este caso la historia es al revés del relato literario, porque el régimen no es ni cándido ni inocente ni ingenuo como la pobre Eréndira, sino que ocupa el espacio de la abuela perversa y corrompida que prostituía a su joven nieta.
La abuela desalmada es un sistema electoral anquilosado y antidemocrático, como lo indicábamos en nuestro primer análisis poselectoral (ver columna anterior), sistema hecho a la medida de las trampas, irregularidades y toda clase de triquiñuelas para burlar la voluntad de la gente en favor de los partidos del establecimiento oligárquico imperante.
El fraude no es nuevo en las elecciones en Colombia: acuérdense de cómo le robaron las elecciones a la Alianza Nacional Popular, Anapo, y a su candidato presidencial, Gustavo Rojas Pinilla, en los tristemente célebres comicios del 19 de abril de 1970, en el gobierno del liberal Carlos Lleras Restrepo, en favor del conservador Misael Pastrana Borrero, papá de Andrés Pastrana Arango, presidente entre 1998 y 2002.
Lo nuevo es que en esta ocasión, año 2022, las antenas de alerta y vigilancia muy bien puestas por la Coalición Pacto Histórico detectaron a tiempo lo ocurrido: que en más de 29.000 mesas al Pacto, que había alcanzado la mayor cantidad de votos de las listas al Senado, la Cámara y todas las consultas presidenciales, no le habían registrado ni un solo voto, algo absolutamente absurdo y que únicamente se podía interpretar como una acción premeditada para evitar que su triunfo fuera más contundente.
Disparadas las alarmas, se produjo la reacción de activistas y abogados, que en el escrutinio iniciado el lunes 14 de marzo han corroborado, día a día, que al Pacto Histórico le ‘abudinearon’ (“escondieron”) más de 500.000 votos, lo que significa que, de 16 curules en el Senado reconocidas en el preconteo, pasará a 20, más las dos de la Circunscripción Especial Indígena, que son de dos movimientos integrantes del Pacto Histórico.
Y la historia también nos muestra que el megafraude ha contado, otra vez, con un cómplice: la prensa del sistema reunida en los conocidos como medios masivos tradicionales de comunicación que, tan perversos como la abuela desalmada que abusaba de la cándida Eréndira de la novela corta o cuento largo de García Márquez publicado en 1974, han guardado silencio, muy ocupados como están en tergiversar y en tratar de torcer, con mentiras y cinismo, las propuestas en favor del pueblo formuladas por Gustavo Petro.
El silencio de El País, El Tiempo, El Espectador, Caracol Radio y Tv, RCN Radio y Tv, Blu Radio, Semana, etc., etc., etc. resulta atronador. Si, silencio atronador, estruendoso, así parezca contradictorio. Es un oxímoron (contradicción aparente en un binomio de palabras), con enorme e impactante significación.
Todos los medios de las élites se han dado a la tarea de no hablar del tema, lo han escabullido, se le han escondido, pero a hoy, viernes 18 de marzo, cuando ya es clamoroso el escándalo e inocultables las irregularidades, lo tocan, aunque insisten en hablar de “diseño erróneo” del formulario donde debían ir consignadas las cifras totales de los votos, de errores humanos, de problemas en la transmisión de los datos y toda clase de artilugios.
Si algo parecido hubiera ocurrido en algún país no afín a las políticas del Pentágono gringo o de los gobiernos oligárquicos del continente, hace rato, automáticamente, estarían gritando: “¡Fraude, fraude, fraude!”. Esa es su doble moral.
EXTRAÑAS Y MÚLTIPLES “COINCIDENCIAS”
Como ha dicho el candidato presidencial del Pacto Histórico, Gustavo Petro, “no es posible estadísticamente que en una mesa todos los jurados se equivoquen al mismo tiempo en una suma”.
Y añade Petro: “La salida de los profesores de la lista de jurados presionada por Uribe tenía un objetivo: producir los jurados homogéneos para alterar resultados por decenas de miles”.
Aunque Petro y la dirigencia del Pacto Histórico se han abstenido con cautela de denominar lo ocurrido en estas elecciones como fraude, todo conduce a que eso es lo que ha ocurrido.
No de otra manera se pueden llamar las extrañas “coincidencias” de miles y miles de jurados, puestos de acuerdo al parecer por los astros, según se puede deducir de las justificaciones increíbles, inverosímiles dadas por la prensa del sistema, mandadera del régimen duquista.
No estamos hablando de casos “aislados”, sueltos, esporádicos, de “manzanas podridas”, como suelen decir siempre: son más de 29.000 mesas, más del 25% de todas las instaladas en el país, cuyos jurados, por acción u omisión, todos a una, no reportaron la votación del Pacto. Y, lo más delicado, Gobierno, Registraduría y medios siguen justificando cínicamente ese proceder.
Además de los más de 500.000 votos recuperados por los activistas, testigos y juristas del Pacto Histórico, en este proceso otro partido altamente damnificado por la antidemocracia y el fraude es Fuerza Ciudadana, que también podría recuperar votos y alcanzar el umbral que lo está dejando por fuera, a pesar de haber obtenido cerca de 450.000 votos en todo el país.
El descubrimiento del megafraude constituye una alerta para los comicios presidenciales del 29 de mayo, pues es una clara evidencia de la reiteración de lo que históricamente se ha denunciado en Colombia: que el anacrónico, arcaico y antidemocrático sistema electoral está orientado y fríamente dirigido a favorecer a los partidos de la oligarquía.
Una prueba de ello es que los únicos que no han reclamado son los partidos corruptos y clientelistas de la derecha.
El registrador Alexander Vega sigue usando eufemismos, muy al estilo del duquismo-uribismo, para enmascarar los hechos, con la complicidad de la prensa, y aferrado a su puesto, como todos los altos burócratas del régimen, sin asumir su responsabilidad política y administrativa, por acción u omisión.
Es la política de ‘abudinear’ (desconocer) la voluntad popular puesta de moda hoy en Colombia.
Las alarmas están encendidas, para que la increíble y triste historia del régimen fraudulento y de su prensa arrodillada no se repita el 29 de mayo, en la intención que tienen, y no ocultan, de burlar la voluntad de la mayoría, que ya no soporta más corrupción, “errores involuntarios”, ineficiencia, diseños premeditadamente dañinos contra las fuerzas alternativas y un largo etc. del armario jurídico instaurado por gamonales, terratenientes y oligarcas financieros en su Congreso de la República.
El régimen perverso y su prensa arrodillada deben entender, de una vez por todas, que hay una ciudadanía alerta y vigilante, que no come más cuento, así le quieran ocultar la realidad con la crisis en Ucrania y el refrito de las “expropiaciones”, como califican, de manera infame y mentirosa, todo cuanto propone Gustavo Petro.
Buena parte del pueblo colombiano dejó de ser cándido y no permitirá más burlas del sistema y de sus medios desalmados.
* Foto de portada, de El Colombiano.