Ahora se puso de moda
conseguir juez de bolsillo:
al que acusan de ser pillo,
busca un juez que no lo joda.
La justicia se acomoda
a los caprichos del reo;
a la Corte le hace el feo,
con miles de triquiñuelas,
para quitarle las muelas,
y exhibirlas por trofeo.
Para ello hay que acusar,
difamar, controvertir,
al justo hacerlo sufrir
y, si es posible, asustar.
En los medios toca hablar
con periodistas cercanos,
que se sientan muy ufanos
de arreglar el cuestionario
del ilustre exmandatario,
tan grande y tan soberano.
Luego, manejar la pauta
sin restricción en el gasto,
para que el oyente casto
entre a la manada incauta.
Si no le suena la flauta,
alborote el avispero
y póngase camorrero
develando el expediente.
Y si es necesario, urgente,
renuncie pronto al tal fuero.
Después ubique un pelmazo,
incondicional, sumiso,
que le guste mucho el guiso,
y, sobre todo, haga caso.
¡Ojo!, que el siguiente paso
es “libertad a la vista”
y exigir en la entrevista,
que cesen persecución
que aúpan la corrupción
y el complot castrochavista.
UUUY sí, para ser sinceros,
hoy se sale de la cana
alebrestando tuiteros,
abogados marrulleros,
y con la Corte de ruana.
GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ