Por GERMÁN AYALA OSORIO
No se ha ido el fatuo y lacayo Iván Duque de la Casa de Nariño y de la nada aparece en la escena política otro Iván. Hablo de Óscar Iván Zuluaga, tocayo de otro político obediente, capaz de hacerse “moler” y terminar de hundir al país en los fétidos y oscuros sótanos del infierno con tal de hacer feliz al reo número 1087985.
Zuluaga y Duque comparten lazos en torno al escándalo de Odebrecht (hicieron un viaje justos a Brasil), y son fieles ejecutores de las ideas neoliberales y simpatizantes del nefasto modelo agrario que desde 1990 se viene consolidando en Colombia. Dice el ahora -de nuevo- candidato presidencial que viene con una propuesta novedosa para superar la crisis que atraviesa el país, la misma que en gran medida es responsabilidad de la secta política conocida como Centro Democrático (CD).
El órgano de difusión de dicha colectividad informa que “ya sostuvo reuniones con el expresidente Álvaro Uribe y con algunos congresistas uribistas. Hasta ahora no lo ha hecho con el presidente Duque, una voz importante en las decisiones del partido. En las últimas semanas el exministro de Hacienda ha recorrido las calles de Bogotá y Cali, epicentros del paro, el caos y el vandalismo”.
Haber estado en el taller del viejo Geppetto le entrega cierta ventaja sobre los demás muñecos que son ensamblados y puestos a operar desde el mismo lugar donde cada cuatro años ensamblan marionetas desechables.
Zuluaga es un político sin carisma, asunto que le debe preocupar al capo di tutti títere, pues sabe querequere entonces una millonaria inversión en marketing político para superar la insalvable condición de ser tan insípido, fofo, sin mayor gracia. Sus promotores saldrán a decir que el exministro de Hacienda es un técnico y no un político.
Y como Òscar Iván Zuluaga sabe que la imagen del CD viene en caída libre, ya ha salido a decir que trae propuestas “novedosas”. Sin duda, entra de manera temprana en el juego de los eufemismos y las propuestas gaseosas.
Los escándalos de Odebrecht y el hacker Sepúlveda son dos fantasmas que lo perseguirán durante su segunda búsqueda del solio de Bolívar. Se suma a lo anterior que millones de colombianos cansados del uribismo, lo que menos quieren es ver y escuchar a otro Iván como presidente, nominalmente hablando.
Sin embargo, el regreso de Zuluaga es una noticia, pues confirma que la secta que opera como partido político no tiene mucho que ofrecer, porque el país ya sabe cómo funciona el taller de títeres, muñecos y marionetas de Geppetto. Y ese mismo país ya no quiere ver como presidente de la República a un muñeco que solo serviría para hacer aún más poderoso y feliz al titiritero paisa.
@germanayalaosor