El expresidente Iván Duque Márquez reaccionó a la propuesta del presidente Petro de invocar al poder constituyente para que este defina si quiere o no una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). El exmandatario llamó a la derecha a conformar una «gran alianza nacional republicana contra Petro». Aunque es fácil deducir los alcances de ese llamado, vale la pena hacer un ejercicio analítico que girará en torno al concepto de República contenido en la propuesta de quien fuera el mandadero del expresidente Álvaro Uribe Vélez entre 2018 y 2022.
Empecemos por comprender qué se entiende por República. Se trata de un concepto complejo y con una larga presencia e invocación dentro de la historia de las ideas políticas y por supuesto, dentro del mundo de la vida, como diría Habermas.
La República se refiere al bien común, a la cosa pública, a la cosa política, esto es, a la cosa del pueblo, a todo lo que refiere a su bienestar, formas de tramitar sus conflictos y diferencias, de participar de la vida política; a la libertad y a otros derechos consagrados en el liberalismo. Estas nociones toman distancia y se oponen a la esfera de lo privado, en particular cuando quienes actúan dentro de esta solo buscan afectar el bien común, o sea lo que nos conviene y concierne a todos.
Dicho lo anterior, examinemos algunos hechos, acciones y discursos que guardan estricta relación con el gobierno Duque. Eso sí, propongo a los y las lectoras que por un momento se aparten de la narrativa que indica que este jamás gobernó, pues en su papel de títere las decisiones de gobierno las toma su titiritero: Álvaro Uribe Vélez.
Duque es responsable del estallido social y de haber cogobernado con el uribismo, que no es otra cosa que una seudo doctrina fincada en un enraizado ethos mafioso que tiene a varios de sus miembros, voceros y cabezas visibles investigados, procesados y condenados por la justicia por paramilitarismo, corrupción, apropiación indebida de baldíos, entrampamientos, manipulación de testigos, desplazamiento forzado y homicidios, entre otros delitos.
El país recuerda y no olvida la violencia estatal que Duque desató en contra de quienes solo querían ser escuchados en función de la conculcación de sus derechos. Más de 60 jóvenes afectados en sus ojos por armas accionadas por el Esmad; otros tantos desaparecidos y mujeres violadas. Bajo esas circunstancias, Duque no actuó de manera republicana. Por el contrario, se olvidó que la democracia también hace parte del macro concepto República y se acercó más a un gobierno de mano dura.
Frente a la obligación ética, judicial, moral y política de cumplir con lo acordado en el tratado de paz de La Habana, Duque de manera deliberada buscó «hacer trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo Final», siguiendo las directrices del exministro Fernando Londoño Hoyos, quien a su vez seguía las órdenes del inefable patrón y dueño del Centro Democrático. Y lo hizo ralentizando la implementación de programas encaminados a consolidar la paz en los territorios. Para darle algún sentido de legalidad, propuso su política de gobierno, Paz con Legalidad, para atacar la política de paz de Estado que brotó del Acuerdo Final firmado en el teatro Colón de Bogotá, posterior al triunfo del No en el plebiscito por la paz. Es decir, un presidente atacando una política de paz del orden estatal, con una política de paz de gobierno.
Iván Duque no tiene la autoridad moral y mucho menos la experiencia política para invocar una alianza nacional republicana porque todas sus acciones estuvieron encaminadas a poner por encima del interés general, del pueblo, de las mayorías, los intereses de quienes actuando en la esfera privada, le entregaron un guión corporativista que él siguió al pie de la letra.
Lo que realmente propone el fatuo e indolente expresidente es un Frente Nacional. La historia no oficial señala que ese acuerdo entre conservadores y liberales fue una sólida alianza que terminó por alejar al país, a sus instituciones y a quienes se alternaron el poder durante 16 años, de la idea y del objetivo de consolidar a Colombia como una verdadera República. Téngase en cuenta que República también alude a forma de gobernar a través de la representación política.
La reacción del homúnculo Duque y su regreso a la discusión política después de su nefasto gobierno, solo sirve para constatar la crisis de liderazgo que arrastra la derecha de tiempo atrás. Si el «gordo marica», como lo llamó su compañera de partido, María Fernanda Cabal, va a asumir la jefatura de la Oposición en la actual coyuntura, muestra el desespero del uribismo por no tener claridad cómo y con quién podrán competir en el 2026 para recuperar lo único que les interesa: el control del erario. En 20 años jamás estuvieron cerca de consolidar una verdadera República. Lo que sí hicieron bien fue convertir al país en una República Bananera; y de la mano de Chiquita Brands, la multinacional asesina que patrocinó masacres que los paramilitares perpetraron, convirtieron al Estado colombiano en un orden criminal.
@germanayalaosor