Iván Duque, el presidente de las fotocopias

Por SANDRA GARCÍA

Nunca en la historia de Colombia se vio un fraude electoral de manera tan cínica y descarada como en las votaciones interpartidistas de 2018, cuando se le dio vida artificial al presidente de las fotocopias: Iván Duque Márquez, un personaje desconocido y sin carrera política sobresaliente que le ganó de manera sorpresiva la consulta de los godos a una Marta Lucia Ramírez de larga trayectoria política, y a quien las encuestas daban como la virtual ganadora de la contienda. Ese día ocurrió que de manera imprevista -aunque de imprevisto nada tuvo- se “acabaron” los tarjetones para votar y el Consejo Nacional Electoral “autorizó” el uso de fotocopias, las cuales fueron manipuladas inescrupulosamente.

En febrero de ese año (2018), Gustavo Petro encabezaba todas las encuestas. En una de Invamer para Semana, Caracol Televisión y Blu Radio, aparecía de primero; Sergio Fajardo, segundo; Germán Vargas, tercero; Humberto de la Calle, cuarto; Iván Duque, de quinto. O sea, el uribismo iba rezagado, de colero. (Ver encuesta).

En la historia de la “democracia” colombiana no se había presentado un hecho tan absurdo, tan exótico, tan salido de toda lógica: en varias partes del país -vaya coincidencia- se acabaron los tarjetones de las dos consultas de ese día (la del Centro Democrático y la de Petro versus Carlos Caicedo).  El propósito del fraude solo hasta ahora se hizo evidente: ganar con trampa la candidatura presidencial de Duque, primero, y a continuación buscar el modo de obtener “por debajo de la mesa” la presidencia para un candidato tan débil.

Antes que mostrar eficacia o un desarrollo confiable de esa jornada electoral, se hizo evidente una soterrada complicidad entre la Registraduría y el Centro Democrático. Con el paso de los días estos evidentes lazos de mutua cooperación se fortalecen.

Ese día de manera imprevista se “acabaron” los tarjetones para votar y el CNE “autorizó” el uso de fotocopias. Foto tomada de El Espectador

A Iván Duque lo hicieron elegir candidato con un arrume de fotocopias y, ya como presidente, nos resultó una fotocopia de lo que debe ser un mandatario de verdad. Para nadie es ajeno que estamos frente a una parodia de político, sin identidad propia, un vasallo obsecuente de fuerzas oscuras y demenciales.

Quisieron compararlo con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, pero la diferencia es notoria: Macron no toca guitarra ni hace la 21 cabeceando un balón en entrevistas, ni entrega “saludes del presidente Uribe” al rey de España. Macron es un presidente de verdad, no de mentiritas.

Cómo no recordar cuando durante la campaña -más publicitaria que electoral- decidieron cambiar el empaque del “producto” Iván Duque y le encanecieron el pelo al personaje, para darle la madurez que nunca tuvo, y le transformaron además su vestimenta y hasta su manera de hablar, y lo soltaron al ruedo de los medios envuelto en un halo de farándula.

Una noche reciente al presidente de las fotocopias alguno de sus jefes le dijo “vaya y se disfraza de policía y se toma una foto en un CAI”, y fue y lo hizo, tres noches después de que la Policía Metropolitana había asesinado a 13 ciudadanos indefensos mediante el uso indiscriminado de armas de fuego.

Otra figura sin majestad alguna, también fotocopia de la realidad, está encarnada en la primera dama, a quien se le vio el día de la posesión de su marido sirviéndose de una señora agente de Policía con más de 10 años de “servicio” en la institución, para que le cubriera su cabeza con un paraguas porque ella no podía cargarlo. Aparentando un estatus para el que no fue educada, utilizando a una mujer como su servidumbre, ahí estaba nuestra Reina Isabel pero sin clase, y además sin un pensamiento político formado. Ella es la muestra perfecta de la clase de personas que nos gobierna. (Ver video).

Duque es también un mal plagio de gobernante cuando copia a Nicolás Maduro y se planta frente a la Asamblea General de la ONU con un discurso que nos puso a llorar, pero de tristeza, porque habló en representación de un país que en nada se parece a lo que realmente sucede en Colombia.

Vivimos una realidad de fotocopia, que reproduce dolorosas escenas de violencia que parecen resucitar de la mano de un extinto Pablo Escobar, quien libró su propia guerra contra el Estado y al final salió airoso, cuando echó abajo el Tratado de Extradición y se fue a vivir a una finca. Hoy solo cambia el nombre, Ubérrimo en lugar de Catedral, pero el país vive una situación de violencia que parece calcada (o fotocopiada) de aquellos años azarosos.

Todo esto en manos de un partido de gobierno que nada tiene de Centro ni de Democrático, vulgar copia de lo que no es, que espía o amenaza o acaba con sus opositores, que manipula la justicia, que se apodera de todos los presupuestos, que copa todos los espacios, hasta los organismos de control.

Iván Duque va a ser recordado como el peor presidente de la historia de Colombia, un puesto muy fácil de ganar cuando tan solo se trata de desempeñar -no con sello original sino en fotocopia- el papel de inepto.

@Ladytron26

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