Hace 30 años se fue el rey del retruécano

Por ÓSCAR BUSTOS B.

El 21 de abril de 1993, hace 30 años, falleció Mario Moreno, Cantinflas. Yo llevaba un año laborando en Colprensa (Agencia Colombiana de Noticias) y ese día, antes del consejo de redacción, Óscar Domínguez, director de la agencia, se acercó a mi cubículo, al extremo de la amplia sala de redacción, en la casona del barrio La Merced, en Bogotá, y me dijo que hablara con Marthica Bernal, la jefe de archivo, para que me suministrara todas las informaciones relativas al humorista, que hubiera publicado Colprensa, y elaborara un perfil del comediante, el que debía ser enviado a los 16 diarios afiliados antes de las cinco de la tarde. “Póngale todos los fierros”, me insistió. Entendí que el texto que escribiera debía ser especial y que superara una noticia monda y lironda.

Yo había visto a Cantinflas en 1991, en un contrapicado que me lo mostró delgado y muy crecido, pues yo estaba en el piso y él subido en una mula, un vehículo de 18 ruedas, adornado con 400 bombas de todos los colores y rodeado de actrices y reinas de la belleza. El carro, que hacía parte de una larga caravana de la Caminata de Solidaridad por Colombia, rodaba lentamente en la séptima de Bogotá. El público, cuando lo reconocía, no dejaba de ovacionarlo, y él, a sus 80 años, respondía con sonrisas. Quise entrevistarlo y recordé que Charles Chaplin dijo que Cantinflas era el humorista más grande del planeta, pero ese día fue imposible.

No podía quitarme de la mente la mirada agradecida del humorista y lo feliz que estaba aquel día, saludando a diestra y siniestra, a niños y padres de familia. Aquel día de 1993, Marthica Bernal me pidió que me sentara en una mesa y me fue suministrando, una a una, todas las noticias, fotos, crónicas y reportajes que, en años anteriores, habían escrito otros colegas de Colprensa sobre Cantinflas. Entre las 9 de la mañana y el mediodía leí todo lo que pude, tomé notas y en la tarde me dediqué a escribir el texto. Lo entregué pasadas las 5 pm, con el apremio del editor general, Giraldo Gaitán, el mismo que me había reclutado en Radio Santa Fe para las filas de la agencia de prensa.

Hacia las 8 pm, yo estaba todavía en la agencia, escribiendo otras noticias del área judicial que estaban estancadas. En ese momento respondí una llamada. Era Orlando Sierra, subdirector del diario La Patria, de Manizales. Me felicitaba porque, dijo, yo había escrito el mejor texto sobre Cantinflas. “Le ganaste a los españoles y a los mismos mexicanos”, apuntó, muy entusiasta. Insistió en que quería felicitarme personalmente y anunció que la nota saldría publicada en La Patria, muy destacada, con amplio despliegue fotográfico.

Así la vi al día siguiente, no solo en La Patria, sino en los otros 15 diarios afiliados. Aquella fue la única vez que escuché la voz de Orlando Sierra, pero yo sabía que con esa misma voz declamaba capítulos enteros de Cien Años de Soledad y que, en una ocasión, cuando se encontraron en un baño, en el Hay Festival de Cartagena, le declamó todo el primer capítulo a Gabriel García Márquez. Estaba lejos de imaginar que nueve años después, Orlando Sierra fuera a caer asesinado por balas de sicarios, frente al edificio de La Patria, en Manizales, noticia que también tuve que elaborar para CM& y que después trabajé en un programa especial para Hagamos Memoria, en Canal Capital. 

“Aquí va el texto que escribí hace 30 años sobre Cantinflas y por el que me felicitó el lamentablemente asesinado y hoy bien recordado subdirector de La Patria, Orlando Sierra”.

Hoy, que estoy desempleado (y comiéndome un cable), preparo un libro con mis mejores historias, elaboradas en Colprensa, con aquella “literatura de urgencia” (la expresión es de Juan José Hoyos) que los redactores hacíamos al ritmo de los carros bomba, de los extraditables y de la locura de Pablo Escobar y Rodríguez Gacha, de la que no se escapaban los directores del DAS, del Ejército y de la Policía Nacional de entonces. Pues, gracias en mucho a Marthica Bernal, conservo todos mis diarios de campo y los textos publicados a lo largo de mi paso, no solo por Colprensa (3 años), sino por Radio Santa Fe (3 años), Panorama, de Producciones JES (1 año), El Viajero, de CM& (1 año), El Mundo Según Pirry (2 años), Séptimo Día (2 años), Canal Capital (10 años), Noticiero Nacional (1 año), 7:30 Caracol (2 años), Hora Cero (2 años). Aquí va el texto sobre Cantinflas, que hace 30 años me felicitó el lamentablemente asesinado y hoy bien recordado subdirector de La Patria.

Santafé de Bogotá, abr. 21 (Colprensa). -El rey de la perorata y el retruécano, el actor que apabullaba a cualquiera con la graciosa verborrea de sus palabras, el mejor cómico del mundo (dicho por Chaplin), el “pelao” que con sus aventuras conquistó el aplauso del planeta entero, Cantinflas, seguirá vivo en la imagen y la memoria de Latinoamérica, a pesar de que haya muerto Mario Moreno.

¡Mario Moreno ha muerto, Viva Cantinflas! A esta hora el cómico es llorado en México, su patria, pero también en el resto de América: de México para arriba y para abajo.

Los colombianos, como los chilenos, los bolivianos, los argentinos, centroamericanos, paraguayos, peruanos y uruguayos, incluso los españoles, de todas las edades y las clases sociales, tendrán un pensamiento para aquel hombre sin edad, de tirantas y calzones escurridos, de bigotes chorreados en las comisuras de sus labios, que siempre aparece luciendo un pedazo de sombrero.

La figura de Cantinflas, entregado de todo corazón a la labor de hacer reír y llorar al mismo tiempo, seguirá relampagueando en la historia cultural de este continente.

“Si fui, pues soy”, dijo alguna vez desternillado de risa, resolviendo a lo cantinflesco el dilema expresado por Shakespeare. Y agregó: “Oiga usted, qué afán: dizque yo no soy yo, no hay derecho. Y es que como yo les he dicho si fui pues soy, si no fui pues no soy, ¿pero si he sido por qué no tendría que ser? Además, si mamá me dijo que yo tendría que ser yo, pues yo soy. Ni modo que fuera yo aquel. Ah, no, sí, pero de que soy, soy. No faltaba más. Ahora que, pues viéndolo bien, pues si soy, soy”.

OPTIMISMO

Mario Moreno creó en Cantinflas a un personaje lleno de generosidad y optimismo, a pesar de todos los obstáculos que debía superar durante sus aventuras, que casi siempre partían de una metida de patas. Las parrafadas pantagruélicas y la picardía originalísima del mexicano que como mimo logró encarnar a un personaje del pueblo raso -responsable de las delicias y el gozo de varias generaciones en todos los países de habla hispana-, lograrán proyectar a Cantinflas en la historia latinoamericana durante muchos siglos.

Mario Moreno puede descansar tranquilo en el mundo desconocido de la muerte, del cual nadie ha podido dar testimonio. Con su obra él dio testimonio de este mundo, y lo hizo adornándolo de sátiras y graciosuras verbales y gestuales.

Cantinflas, el hombrecito del oscuro, maltrecho y parchado pantalón, fajado muy debajo de la cintura, en el que se hundía la parda camiseta de manga larga; el del diminuto sombrerillo, el pañuelo rojo atado al cuello y los zapatos viejísimos, logrará atravesar a su paso de latinoamericano genuino el espacio de los siglos venideros.

ACABAR CON LOS POBRES

Una vez Mario Moreno dijo en serio lo que Cantinflas hacía con risa. Aseguró que no hay que acabar con los ricos sino con los pobres. Por eso, no solo con frecuencia ayudaba a los necesitados en campañas animadas por el más noble espíritu altruista, sino que con su gracia apuntaba a destruir la tristeza de los humildes.

En su época de oro, como torero bufo, llenó muchas veces la plaza de toros más grande del mundo, en la capital mexicana, e hizo reír casi hasta las lágrimas a los más rudos aficionados, acostumbrados a ver brotar la sangre de toros y toreros.

Mario Moreno era uno de los siete hijos del humilde empleado postal que fue su padre y pasó duras épocas antes de darse a conocer como actor cómico.

De esa experiencia dijo que “nosotros éramos tan pobres como las ratas y quizá por eso desde niño tuve la virtud de proyectarme con cierta alegría y coraje para hacerle frente a tantísimas dificultades”.

De los pobres sacó su alegría y coraje, y al crear a Cantinflas devolvió a los pobres la alegría y el coraje multiplicados. Por eso en otra ocasión manifestó que, aunque no le interesaba hacer política, era consciente de que la política la hacía a través de su trabajo.

“Siempre pensé que también haciendo reír al hombre se aportaba muchísimo”, expresó.

Tal vez más que García Márquez y sus obras, nadie ha merecido en Latinoamérica tantos homenajes y ha sido tema de serios y profundos trabajos sociológicos como Cantinflas.

EL MÁS APLAUDIDO

Como el colombiano premio nobel de literatura que descubrió la magia del continente, Cantinflas deslumbró a más de un sociólogo -incluso de Estados Unidos- con sus frases y gestos que fueron aplaudidos intensamente por millones de personas.  

Y es que ningún otro actor cómico ha conseguido calar en el pueblo de la forma que este lo hizo desde que irrumpió en el mundo artístico.

Cantinflas sigue siendo el cómico más popular, más querido y más famoso de todos los tiempos entre los que hablan su mismo idioma. Sus gestos, su verborrea inconfundible, unidos a su especial manera de decir la verdad, fueron las bases que le permitieron adueñarse de toda la simpatía posible.

Siempre supo criticar sin amargura y su humor, tan único, jamás tuvo acidez.

Mario Moreno quiso ser médico, pero la realidad que vivió en su casa no le permitió tanto lujo y se vio en la necesidad de abandonar los estudios.

Su primera actuación ante el publico la hizo en una carpa ambulante, donde bailaba de forma estrafalaria y jocosa. Los aplausos que recibió durante aquellas primeras actuaciones, a comienzos de la década del treinta, encaminaron su vida artística.

“En aquel momento comprendí que había descubierto el mundo en el cual me sentía como pez en el agua. Llegué a sentirme embriagado con los aplausos”, confesó.

Pero el gran momento de la vida llegó cuando el empresario de la carpa donde trabajaba le dijo que saliera a escena y explicara al respetable que la programación se había cambiado. Cuando lo hizo, sus frases eran balbucientes, entrecortadas, complicándose con un enorme nerviosismo, aunque él intentaba demostrar un total dominio escénico. El resultado fue nefasto, ya que nadie se enteró, pero sin embargo el público se rio a mandíbula batiente y le ofreció una ovación jamás oída en aquel recinto.

En ese momento nació Cantinflas para la dicha de Latinoamérica y de los seres humanos.

Sobre su rostro, aindiado, de nariz medio chata y abajo los bigotes chorreados, dijo que “mi imagen física ha colaborado muchísimo a mi éxito”. La forma tan peculiar del “pelao” de rebelarse contra quienes intentaran aprovecharse de cierta posición social, lo convirtió en el cómico más polémico de entonces, especialmente en Latinoamérica.

IMITADORES

Y aunque, especialmente en Colombia, aparecieron muchísimos imitadores en los países del sur y Centroamérica (como a Chaplin en el mundo entero) Mario Moreno dijo que la verdadera esencia del personaje no estaba en el vestuario sino en el afecto.

En Colombia no hay Carnaval de Barranquilla, como no hay feria de pueblo, que no traiga entre sus personajes al Cantinflas creado por Mario Moreno.

Otra vez Mario Moreno dijo, refiriéndose al hecho de que con su personaje el idioma hubiera creado el adjetivo “cantinflesco” y la palabra “cantinflada”, que se sentía muy feliz de que un apodo se hubiera convertido en verbo. Y agregó: “Ese verbo señala a aquella persona que habla mucho y no dice nada”. Le alegró saber que en Colombia se llamara “cantinflada” a las palabras de los políticos. La esencia del ser latinoamericano ha bebido y beberá en las fuentes cantinflescas durante el resto de existencia de Latinoamérica sobre el planeta. ¡Mario Moreno ha muerto, Viva Cantinflas!   OE /gg Mie-21-Abr-1993.

@Oscarebustos60

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