Por JORGE GÓMEZ PINILLA
En torno a la reciente renuncia de Gustavo Bolívar al Senado hay mucha tela de donde cortar. Primero que todo, porque dejó abierta la puerta a la posibilidad de lanzarse como candidato a la alcaldía de Bogotá. Y segundo, porque dijo que se retira para sentarse a escribir Amor a primera línea, novela que al parecer le contrató el canal RCN y cuenta el romance entre la joven alemana Rebecca Sprößer y su novio caleño, asesinado en desarrollo del paro nacional.
Hubo gente de la caverna uribista que le sacó en cara que vaya a recibir “un pago millonario” por trabajar para “un medio oligarca”, como si fuera su obligación cobrar poquito o solo debiera ser contratado por empresas que pertenezcan a gente de izquierda.
De otro lado, son llamativas las reticencias que ha provocado su eventual postulación al segundo cargo más importante del país, pero esto mismo da una idea de la trascendental decisión que tomó, pues donde se hiciera posible que el hombre más cercano al presidente Petro logre hacerse a la alcaldía de Bogotá, nada sería más útil para apuntalar el proyecto político y social que pretende desarrollar el actual gobierno.
En su última columna para El Espectador, Ramiro Bejarano apunta a que “es muy posible que el Pacto Histórico se apodere de las alcaldías de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, bien directamente o en coaliciones”. Y si bien el columnista afirmaba que “en Bogotá todo se ve confuso”, no se debe olvidar que lo escribió el día anterior al anuncio de Bolívar, con lo cual lo que antes era confuso ahora adquiere mayor claridad, como parte de una estrategia de largo alcance. En ciudades como Medellín o Cali no estamos hablando de políticos con el mismo grado de cercanía al presidente, pero igual ayudarían a la consolidación del mismo objetivo.
Sin salirnos del propósito estratégico de afianzamiento de una propuesta de cambio, de las cuatro ciudades mencionadas por Bejarano las dos que más se integran a dicho objetivo son Bogotá y Barranquilla. Y en esta última la persona que más está sonando para ir en busca de esa alcaldía es el corajudo Miguel Ángel del Río, ‘llave’ a su vez de Gustavo Bolívar. Ahora bien, es donde menos fácil la tiene el Pacto Histórico, sumado a que meterse el abogado a competir allí podría resultarle perjudicial a su otra eventual aspiración, la de convertirse en el nuevo fiscal general de la Nación.
Pero la pelea en La Arenosa hay que darla, pues se trata nada menos que de derrotar al poderoso clan de los Char que usó a su antojo a Aida Merlano para una multimillonaria compra de votos que la llevó al Senado y luego la puso en la cárcel, y a quien al parecer le orquestaron su fuga para secuestrarla y desaparecerla, y hoy permanece exiliada en Venezuela, desde donde ha señalado repetidamente a los que fueron los cómplices y autores intelectuales -y financieros- del entramado criminal.
¿Y quién creen ustedes que es el abogado que hoy defiende y representa a la señora Merlano? El mismo que podría entrar a competir por la alcaldía de Barranquilla, exactamente. No es tarea fácil, ya lo dije, pues hablamos de una ciudad donde el ‘tebille” manda la parada en cualquier elección. Pero en caso de lograrlo, Miguel Ángel del Río estaría aportando no su granito de arena sino un monumental triunfo en la tarea de configurar un verdadero cambio en las costumbres políticas, y significaría además un duro golpe a la corrupción enquistada en ese departamento y en muchos otros donde grupos de poder cercanos a intereses mafiosos han acabado por tomar el control de alcaldías y gobernaciones.
Hablando de reticencias y sin salirnos del escenario costeño -ni de las coincidencias- no es posible pasar por alto el ‘fuego amigo’ que le disparó a Gustavo Bolívar el exactor Agmeth Escaf, convertido de la noche a la mañana en pomposo congresista gracias a que su ex María Antonia Pardo intrigó para sacar de la cabeza de lista a la Cámara en Atlántico precisamente a Miguel Ángel del Río, como denuncié en columna de diciembre de 2021 titulada Queríamos tanto a Nany (Ver columna).
Escaf le lanzó un duro ataque a su copartidario, en estos términos: “Pedir que le bajen el sueldo a los colegas, pero al mismo tiempo renunciar porque ese mismo sueldo (que dice es excesivo) no le alcanza y necesita otras entradas que le permitan pagar sus gastos, es un desatino. En fin… ojalá el próximo año nos traiga más unión y coherencia”. A lo cual, Bolívar le respondió con igual dureza: “Incoherencia es valerse de los votos del Pacto Histórico para elegirse y después salir a defender los puestos de los Char. Por algo dijo Nicolás Petro que nos equivocamos con el Pacto en Atlántico”. (Ver trinos).
Aquí lo llamativo no es que se presenten diferencias entre dos personas comprometidas en el mismo proyecto (¿dónde no hay diferencias entre iguales?), sino que Escaf haya olvidado el refrán según el cual “la ropa sucia se lava en casa”. Mejor dicho, ¿a cuenta de qué se explica que Escaf pretenda hacerle daño al proyecto político en el que se embarcó, y donde siempre se le ha visto como el comercial de Davivienda, “en el lugar equivocado”? La única explicación lógica es que les esté haciendo el mandado a esos paisanos suyos de Barranquilla que se sabe le son muy cercanos desde tiempo atrás, los Daes y los Char.
Si se me permite meter la cucharada, solo para mostrar por dónde va el agua al molino traigo a colación algunas fotos que publiqué en mi muro de Facebook por los días de la columna citada, las cuales dan cuenta de la cercanía de Escaf con el clan Char: una donde le dice a Elsa Noguera “qué orgullo recibir de tus manos la bandera de la tierra prometida”, otra donde abraza a Álex Char y le dice “mi llave @alejandrocharch”, y una tercera donde anuncia que “por el amor que le tengo a mi tierra prometida, porque me emociona ver lo bonita que está, lo bien que va, el domingo votaré por Álex Char”. (Ver fotos y trinos).
Pero me estoy saliendo del tema, porque a donde quiero llegar es a que si Gustavo Bolívar lograra hacerse elegir burgomaestre de la capital (y la tiene relativamente fácil por el prestigio que se ha labrado como político insobornable) sería tanto como si su tocayo Petro regresara en persona ajena a la alcaldía de Bogotá.
Y si en perfecta carambola a tres bandas Miguel Ángel del Río lograra conquistar la alcaldía de Barranquilla, este trío de aliados políticos no solo estaría fortaleciendo con granito el proyecto macro del Pacto Histórico, sino que pondrían por fin a temblar los cimientos del inmenso poderío político al que parecería que hoy le sigue sirviendo en forma solapada el señor Agmeth Escaf.
DE REMATE: Al cierre de esta columna surge la noticia de la renuncia de Guillermo Alfonso Jaramillo al cargo de secretario general del partido Colombia Humana para lanzarse como precandidato a la alcaldía de Bogotá. Esto de ningún modo invalida lo dicho aquí, solo abre la puerta a que Jaramillo entre a competir en una consulta abierta con Bolívar, si este último persistiera en su aspiración.