En la tumba de Semana ondea la bandera del uribismo

Por GERMÁN AYALA OSORIO

Con la más reciente portada de Semana, que muestra al presidente Petro como un títere del terrorismo, el grupo Gilinski y Victoria Eugenia Dávila acaban de darle un entierro de quinta a la publicación que otrora fue un referente del periodismo nacional.

En la tapa de semejante pasquín se lee: “Gustavo Petro se convirtió en un títere de Rusia e Irán y no condenó el sangriento ataque terrorista de Hamás contra Israel. El presidente mostró su faceta antisemita”. Sin duda alguna una lectura tendenciosa de su directora, quien funge más como activista y estafeta de los intereses de sus patrones que como periodista.

En condiciones normales el periodismo debería operar como defensores de la democracia, ser sus <<perros guardianes>>. Cuando no se logra que los periodistas defiendan la democracia, estos se convierten en agentes serviles de los responsables de que esa democracia sea apenas un remedo y que esté más cercana a un régimen de mano dura.

Para el caso de Colombia, infortunadamente, periodistas y las empresas mediáticas en un alto porcentaje, vienen cumpliendo la innoble tarea de defender a dentelladas secas los intereses de una élite dedicada a impedir su consolidación.

Medios como EL TIEMPO y la nueva versión de Semana son hoy defensores rabiosos del oprobioso régimen de poder que orientaron Uribe e Iván Duque. A esta innoble función se unen medios radiales como la FM; y noticieros privados de televisión como RCN, Caracol y Red + Noticias. Todas estas empresas actúan más como actores políticos que como medios de información. Allí el ejercicio del periodismo pasó a un segundo plano, lo que les importa es deslegitimar al gobierno de Gustavo Petro y, si es posible, generar las condiciones políticas que lleven a un golpe blando, a tumbarlo a como dé lugar.

Los cambios en la dirección de la revista Semana tras su compra por la familia Gilinski se orientan básicamente a convertirla en un órgano de defensa y promoción del “uribismo”. Y ahora, la tenebrosa publicación entró en la dinámica de defender al criminal Estado de Israel y al sionismo.

La llegada de Dávila a la dirección y de Salud Hernández como columnista, fueron la continuación del giro a la (ultra)derecha de la “revista”. Y por esa vía, a la construcción de un ambiente hostil para aquellos periodistas acostumbrados en Semana a pulsar y a molestar a los poderosos con rigor y ética periodística. La accidentada salida del columnista Daniel Coronell fue el primer aviso del giro ideológico y político que sufriría a continuación. En este contexto no se debe olvidad que el mismo Gabriel Gilinski le recordó a Coronell que él es “uribista y trumpista”.

Con la portada de este 14 de octubre, el país asiste al entierro de quinta categoría de una gloriosa publicación. En su tumba reposan las denuncias hechas por periodistas y columnistas que como <<perros guardianes>> de la democracia jamás cohonestaron con la corrupción en instituciones estatales. Al morir Semana, la democracia colombiana sufre un golpe importante. En el sepulcro ondean las banderas de Israel y del Centro Democrático.

 Hoy es claro que de cara a las elecciones de 2026, esta nueva empresa de mensajería política será el bastión (des)informativo que apoyará el proyecto político del sub judice Álvaro Uribe Vélez y de toda la ultraderecha colombiana. Se trata del mismo proyecto que busca debilitar aún más la ya disminuida democracia colombiana e impedir que el progresismo se consolide. Para esta tarea no se necesitan periodistas y columnistas críticos. La Semana de Vicky Dávila es, desde ya, el apéndice y el páncreas del más grande seguidor de las doctrina laureanista en Colombia: el expresidiario 1087985.

@germanayalaosor

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