La politóloga María Emma Wills, doctora en Estudios Latinoamericanos y docente de la Universidad de los Andes afirmó que en Colombia “las oportunidades que se brindan a los jóvenes para que puedan planear su vida, estudiar, trabajar y aportar a la sociedad, son muy escasas; cuando se implementan proyectos en pro de la educación superior, las ofertas son limitadas”.
Durante una charla organizada por el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) donde se analizaron las protestas protagonizadas por jóvenes, Wills sostuvo que “la falla se evidencia en altas tasas de desempleo y en la deserción universitaria, pues desde 2016 el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES) ha detectado una baja en el número de matrículas, incrementada por la pandemia de COVID-19 que obligó al cierre de los campus y espacios académicos presenciales”.
Wills se basó en los indicadores del DANE, que muestran que el desempleo juvenil alcanzó en 2020 la histórica cifra de 3 millones de jóvenes desempleados, de los cerca de 11 millones que hay en Colombia.
La académica reiteró que tales indicadores muestran que “se les falló a los jóvenes, porque este es un país con falta de oportunidades, inclusión, educación y protección juvenil para que desarrollen el concepto de proyecto de vida y lo amplíen hasta la definición de vida que cada uno tiene”.
Agregó que “los jóvenes son la semilla del Acuerdo Final de Paz, pero lo que existe hoy es una profunda decepción hacia un Estado autoritario, que ve en las organizaciones del orden la mejor forma de solucionar las grandes brechas entre la sociedad y el Gobierno”.
Durante su intervención, la politóloga Wills dijo que en Colombia hay dos miradas absolutamente contrarias sobre cómo organizar el poder y la autoridad en el país, entendiendo que la fuerza pública están para preservar los derechos de la sociedad y no de las esferas privadas.
“Hay una mirada autoritaria que propone que lo más importante para mantener el orden es la obediencia y seguir unas normas y leyes, así tú no creas en ellas”.
En su opinión, esta matriz cultural tiene su fundamento en considerar que la seguridad es esencial para que “podamos vivir juntos, sin matarnos”. Esto hace que se priorice la seguridad sobre otro tipo de aproximaciones a los conflictos que hay en Colombia.
Indica que, de otro lado, hay una matriz que pone mucho más el énfasis en escuchar, si se quiere, a que el orden se sostenga sobre el consentimiento activo frente a la autoridad, en “esta segunda matriz vemos cómo para esas élites gobernantes lo fundamental es lograr y construir ese consentimiento y esas dos matrices, no hay puentes”.
Para la experta, se entiende que la mirada autoritaria ha dominado al país por mucho tiempo, y en momentos de grandes tensiones esa mirada no es la solución, lo fundamental es tener una seguridad sin homicidios, secuestros o violaciones.
“Antes que diálogos de negociación con una mirada autoritaria, lo que hay que hacer es convencer a los sectores de que para resolver las diferencias debe haber una ruta reformista”.
Propone además que entre esas dos miradas se habiliten mesas de diálogo para encontrar puntos de acuerdos hacia un camino más democrático, por ejemplo con verdaderas políticas públicas de salud y educación.