El malandro Uribe y sus súbditos malandros

Por NANY PARDO

Pueden decir lo que quieran: que salvaron al país de caer en manos de terroristas, que ahora sí se va a luchar contra el narcotráfico, que no dejarán que reinen las mafias en Colombia, que Dios entró a la Casa de Nariño y salió el demonio, que arrancarán mata por mata las 200 mil hectáreas de coca, que por fin se defenderá al país de los bandidos. Pero la verdad de a peso es muy diferente a ese libreto trillado que pregonan: todos los narcos, todos los traquetos, todos los mafiosos, todos los paracos, todos los integrantes de Bacrim son uribistas.

De todos los malandros, los únicos que no son uribistas son los guerrilleros del ELN y los disidentes de las FARC. Imagen tomada de Semana TV

De todos los malandros, los únicos que en este momento no son uribistas son los guerrilleros del ELN y los disidentes de las FARC, alzados en armas que saben bien que definitivamente no podrán tomarse ningún poder pues el pueblo no se siente representado por ellos ni los quiere. De resto la cosa es clara: el hampa es uribista. Uribista a rabiar. Uribista a morir. Uribista con alma, vida y sombrero. Y a caballo.

El jefe del uribismo es tan malandro que cuando lo acusaron por urdir planes como malandro mientras hablaba con malandros, tuvo que ser defendido como todo buen malandro: no demostrando su inocencia con pruebas, sino destruyendo la honorabilidad de quienes lo acusaron y de quienes recolectaron esas contundentes pruebas, que no puede refutar. Lo representan abogados expertos en defender malandros. Sus testigos clave son malandros condenados por ser malandros. Inclusive le tocó echar mano de un malandro que antes lo había acusado formalmente a él de fabricar montajes en contra de magistrados y congresistas (exactamente de lo mismo que hoy lo tiene en líos con la CSJ). Así de malandro será.

Duélale a quien le duela, la infame verdad salta a la vista. La Colombia traqueta, la de las narconovelas, la de la coca, la de la Alborada, la de los tiros al aire, la de la cultura de la pistola al cinto, la de los guardaespaldas capaces de matar a quien sea en parqueaderos como hicieron con Andrés Escobar, la de las camionetas de lujo que hacen lo que se les da la gana y pasan por encima de todos, la que desplaza a los campesinos de sus tierras y es capaz de matar gente inocente, disfrazarla de guerrilleros y ponerle las botas al revés para demostrar el éxito de una política nefasta y brutal, la de los subsidios a terratenientes que no los necesitan, la que se niega a la reforma agraria, la de las parrandas en donde se grita ¡qué viva la tierra paramilitar!, la que justifica y aplaude los asesinatos extrajudiciales y la justicia por mano propia es, óiganlo bien, URIBISTA.

Esa es la purita verdad, y va siendo hora de que todos los uribistas dejen la pose de angelitos defensores de la moral y las buenas costumbres, pues no les queda. No lo son. Comparten convicciones y odios con sicarios como Popeye, con bestias que cortaron cabezas y jugaron fútbol con ellas frente a niños amedrentados. Admitan de una buena vez que son capaces de entregarle el país al mismísimo diablo, con tal de no verlo gobernado por un exguerrillero. Eso sería más digno, más decente, más justo, menos hipócrita.

Admítanlo, porque ya lo hicieron.

@NanyPardo

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