¿El fin de la Unión Europea?

Por LUIS FERNANDO GARCÍA NÚÑEZ*

Si Joe Biden y la Otan lo hubieran pensado bien hace dos años, no habrían promovido, como lo hicieron con tanto ahínco, esa guerra cruenta y fatal de Rusia y Ucrania. Ni Rusia hubiera caído en la trampa, ni la Unión Europea se hubiera arrodillado a los intereses mezquinos de Estados Unidos. Ahí están, ahora, la calles de Europa llenas de agricultores protestanto por la tragedia que se les viene encima. Ni el maquillaje más aberrante de las cifras, ni los pronunciamientos de esos líderes que tanto desastre han causado podrán mostrar lo contrario de lo que realmente está sucediendo. Esos medios de comunicación, poderosos y embusteros, a pesar de la inteligencia artificial y de todas las artimañas posibles, no pueden dos años después desmentir esa verdad que solo conocen y afrontan los millones de habitantes de un continente que iba por buen camino para superar las secuelas de la pandemia del covid.

Iban bien. Sí, pero en pretérito indefinido. Los intereses de los grandes productores de armas, tan ambiciosos como cicateros, fueron superiores y se colaron en los discursos beligerantes de Zelenski, ese ignorante cómico que en el peor momento de la historia llegó al poder de un país que también iba por buen camino. Y luego, Putin el poderoso, un zar como los que ha tenido Rusia a través de su larga historia de guerras e incursiones. Del mismo modo, y no en poca proporción, esa dirigencia europea sin el coraje suficiente, ni la dignidad de decirle no a esa potencia en decadencia y saturada por la corrupción y un escabroso puritanismo que la tiene al borde de volver a elegir a un hombre rencoroso y sin destino histórico.

Pero Europa está pagando su desatino y su cobardía. Su economía podría estar hoy peor que la rusa, e incluso que la ucraniana. Los precios de la energía, el motor de su desarrollo, están por las nubes. Y no se avizoran mejores tiempos. La tradición de ser el continente de las libertades está en entredicho y las inmensas manifestaciones de estos días se suman a las que, tras los infaustos gobiernos de Macron, de Olaf Scholz y de Rishi Sunak (por citar a los tres más nombrados), parecen demostrar que la Unión Europea vive un momento muy complicado.

Inglaterra soporta una grave crisis económica y las huelgas y las críticas se suman al desastre del manejo de la pandemia y de los escándalos de esos meses, y a sus reveses en la recuperación de su desarrollo. Alemania y Francia atraviesan por similares situaciones. Nadie se salva. Polonia, Hungría y otros países se han opuesto a varias de las medidas que se impulsan desde Bruselas, y ha sido la razón de muchas marchas por todo el continente.

A esta dramática situación se agrega el genocidio de Israel contra Palestina en el que han muerto miles de niños, mujeres y ancianos, que poco tienen que ver con Hamas, el grupo al que Netanhayu ha prometido eliminar. Europa, otra vez al lado de Estados Unidos, no ha ejercido su capacidad política para alcanzar un acuerdo que por fin resuelva la creación del Estado palestino, esa promesa no cumplida que en 1948 le dio pasó al Estado israelí. Nada parece estremecer la conciencia de una dirigencia mundial que asiste impávida al más estremecedor crimen de los últimos tiempos, solo comparable con el holocausto, quiérase o no.

Poca ha sido la grandeza de la Unión Europea en estos días. No ha sabido enfrentar y afrontar el momento histórico que vive la humanidad. No ha  tenido la dignidad ni el carácter de proporcionar sus capacidades para consolidar su origen y sus principios fundacionales, ni ha sabido fortalecer su verdadero destino de adalid de la paz mundial, de la defensa de la vida humana, de promotora del progreso y la dignidad de los pueblos de la Tierra. Las voces contra la Unión crecen en todos los horizontes del planeta, pero esta no parece dispuesta a prestar su influencia para cambiar el apocalíptico rumbo que vive la humanidad.          

* Luis Fernando García Núñez fue investigador del Instituto Caro y Cuervo, profesor de las universidades Nacional de Colombia, Pontificia Universidad Javeriana, de los Andes, del Rosario y Externado de Colombia. Ha escrito en Libros & Letras, Noticias Culturales y otros medios de país y el exterior.

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