Duque en Glasgow: otro escenario para mentir

La COP26 en Glasgow será una cumbre ambiental más, en la que se insistirá a los países desarrollados que asuman con seriedad los desafíos del cambio climático y en particular los efectos sistémicos que viene dejando el calentamiento global.

Después de varias cumbres climáticas, los ajustes a los procesos productivos y a las lógicas del consumo mundial en los países industrializados no han sido significativos en disminución de los gases de efecto invernadero y en deforestación de la selva amazónica, ecosistema que hoy está siendo afectado por la deforestación y la potrerización extensiva, patrocinada por grandes corporaciones cuyo origen y operación se origina en países de ese norte opulento, responsable en gran medida de la crisis de la civilización que acompaña a las crisis propias del cambio climático.

Estas actividades se adelantan gracias al débil o casi inexistente compromiso de los gobiernos de Bolsonaro (Brasil) y Duque (Colombia). Ellos fungen como eslabones de un capitalismo salvaje y marionetas de agentes “geofágicos” que concentran tierra para producir agrocombustibles y especular con su valor.  

El gobierno de Colombia viaja a esta cumbre a exponer promesas que sabe que no está en capacidad de cumplir, por varios factores: el primero tiene que ver con quienes llevaron a Iván Duque Márquez a la Casa de Nariño. Se trata de fuerzas políticas cuyos voceros desdicen del cambio climático: ganaderos, latifundistas, agroindustriales y narcotraficantes.

El segundo factor alude a la precariedad de las autoridades ambientales, vinculadas estrechamente a lógicas clientelistas y a la corrupción. A lo que se suma su captura por parte de poderosos intereses privados que las convierten en instituciones poco eficaces a la hora de evitar la transformación de ecosistemas estratégicos y frágiles, como la selva húmeda tropical, en potreros de baja producción, atados a la especulación inmobiliaria. En esa medida, en Colombia no hay la suficiente capacidad institucional para enfrentar los desafíos de la actual crisis ambiental, y menos el real interés de agentes económicos y políticos de la sociedad civil para mitigar los efectos del cambio climático.

Por todo lo anterior, Duque Márquez, como lo hizo en reciente intervención en la ONU, dirá que su gobierno sigue comprometido con las acciones de mitigación de los efectos del cambio climático y se atreverá a hablar de transiciones energéticas. Igual a cuando le mintió a la comunidad internacional al señalar que está comprometido con la implementación del acuerdo de paz, lo hará en la cumbre de Glasgow. 

El mundo debe saber que hoy en los departamentos del Guainía, Vichada, Orinoquia y Amazonia la deforestación y la potrerización caminan de la mano con los cultivos de uso ilícito y el modelo de la gran plantación, con la anuencia del gobierno de Duque. 

Adenda: Para enfrentar las crisis ambientales no basta con procesos y acciones de reconversión tecnológica y transiciones energéticas. Se requieren cambios en las lógicas de consumo de los ciudadanos, pero también ponerle límites a la reproducción humana. La excesiva confianza en la tecnología para solucionar los problemas que genera el cambio climático es otro factor que juega en contra de la construcción de una conciencia universal de los daños que la especie humana viene haciéndole al planeta. La inercia del capitalismo global es otro factor a tener en cuenta. Lo cierto es que cada vez más se consolida la idea de que la especie humana sabrá construir escenarios de post naturaleza y post humanismo.

@garmanayalaosor

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