Dios salve al rey… y a Kate 

El cáncer parece acechar a la Casa Real británica.  

Por JAIME DAVID PINILLA*

Acaba de hacerse oficial el diagnóstico de Kate Middleton, después de meses de especulaciones sobre su salud y hasta sobre su vida. La noticia es una oportunidad para volver los ojos por un momento sobre esta Casa Real y su historia reciente. 

El 8 de septiembre de 2022 el hasta entonces príncipe Carlos de Inglaterra vio por fin la oportunidad de convertirse en rey, por la cual había esperado 70 años. Hasta ese día vivió a la sombra de su madre la reina Isabel II, y disfrutó las mieles de la realeza sin ser la cara visible, con una responsabilidad mínima.  

Al mejor estilo de las clásicas sagas de historias de monarcas, como Los reyes malditos, de Maurice Druon, su vida íntima estuvo salpicada de intrigas y traiciones. De los secretos y otros asuntos no tan privados de su habitación matrimonial, la prensa rosa inglesa y del mundo entero hizo cientos de portadas y amasó fortunas; y son los principales hechos que uno recuerda del príncipe de Gales. Tuvo la determinación suficiente, eso sí, para empeñarse en amar a una plebeya, incluso si eso llevaba al traste su matrimonio con Diana Spencer, princesa de Gales.  Por cierto, Diana de Gales también arrastraba el pecado original: era descendiente de hijos naturales de Carlos II.  

Divorciado desde 1996, solo hasta 2005 pudo casarse con Camila Parker, hoy reina consorte, pero fue durante muchos años amante protagonista del escándalo moral de la realeza inglesa. Ambos merecen un premio a la paciencia.  

Dejando a un lado su vida privada, es justo reconocer sus méritos: fue pionero en la defensa del medioambiente y de la homeopatía; tuvo una vida entera para ser un príncipe particular: empezó siendo el primero en ir a la universidad y terminó convertido en el que más tuvo que esperar para ser coronado.  

Y ahora, después de una espera de 70 años y apenas a menos de año y medio de estar reinando, le diagnostican cáncer. ¿Podríamos estar frente al rey más malaventurado de Inglaterra?  

No existe una escala para medir el infortunio, pero sí podemos registrar que otros monarcas, como Luis XVI de Francia o Carlos I de Inglaterra llegaron al extremo de encontrar su muerte no en la enfermedad, como se espera, sino en la ejecución. Y aunque esta es una suerte improbable para Carlos III, sí quizás, por cuenta del cáncer, cuando llegue el final de su reinado acabe ocupando el extremo opuesto al que ocupa su madre: el de ser el rey con menos tiempo en el trono, superado apenas por Eduardo V, por allá en el siglo XV.  

Todo dependerá del curso que siga su recién diagnosticada enfermedad, que, según la fragmentada información que sobre el caso suministró el Palacio de Buckingham, le fue descubierta en etapa temprana. Este hecho no deja de tener un tufillo muy propio del sino trágico de las familias reales, o al menos se suma a una serie de signos que parecerían sugerir que a esa monarquía no le queda muchos años.  

Ahora, después de meses de rumores sobre la “desaparición” de Kate Middleton, también se hace oficial su diagnóstico de cáncer. ¿Una nube negra se posa sobre la realeza británica?  

Del modo que sea, sí pareciera ser la monarquía una institución a la que le tiemblan sus cimientos. Por una parte, cada día que pasa el apoyo popular es más exiguo, al tiempo que crecen las críticas por la dudosa utilidad de la monarquía y sus excesivos costos. Por otra, la familia real se ha reducido por cuenta de la dimisión voluntaria del príncipe Harry y Meghan y la obligada del príncipe Andrés, después de que se hiciera pública su relación con el tristemente célebre pedófilo Jeffrey Epstein, ya fallecido. Y de los que quedan, los dos más visibles enfrentan, cada uno a su modo, el diagnóstico más emocionalmente devastador.   

Con cáncer o sin él, con un reinado largo o corto, Carlos III es el ejemplo perfecto de una vida llena de los más exquisitos privilegios y las más vanas responsabilidades. Y la de Kate, más allá de si el escenario trágico del diagnóstico se vuelve el más inminente, nos enseña que hay designaciones poco apetecibles en la vida, por envidiables que parezcan.  

¿Alguien quiere ser la princesa de Gales? 

@cuatrolenguas 

@cuatrolenguas

* Historiador de la Universidad Industrial de Santander. Corrector de textos para editoriales. Ha colaborado en publicaciones de la FAO y varias ONG. Fue presidente de la Asociación Colombiana de Correctores de Estilo (Correcta), de la que es miembro fundador. Formó parte del equipo editorial que tuvo a cargo el Informe final de la Comisión de la Verdad.

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