Claudia, ‘Timochenko’ y demás: aprendan a pedir perdón

Por PUNO ARDILA

Salió la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, a referirse a los desmanes de la Policía, y lo que dijo nos confunde: «Comparto y acojo las memorias de lo que ocurrió y qué debería hacerse para evitar que vuelva a ocurrir una violación de [derechos humanos] como la del 9 y 10 de sept./2020. A título personal e institucional reitero mis condolencias a las víctimas, ofrezco perdón y asumo mi responsabilidad». E insiste en un video: «Ofrezco una vez más perdón a las víctimas y a mi ciudad…».

Recurrí, entonces, al profesor de español que siempre nos despeja cualquier duda idiomática, cuyo seudónimo desde que lo recuerdo ha sido El Sapo Inquisidor (y así me pidió que lo presentara), para preguntarle por el uso que se ha estado haciendo de la palabra “perdón”, como en este caso, y me contestó así:

«Eso me recuerda una canción de Gustavo Gutiérrez, que grabó el Binomio de Oro: “No sé pedir perdón”. Así están en Colombia con el uso de esta expresión; y todo viene de la costumbre extendida de decir que “las disculpas no se piden, sino que se dan”; ahí comienza el problema, porque enredan la pita al convertir “perdón” y “disculpa” en el mismo sustantivo, y “perdonar” y “disculpar” en el mismo verbo, y resulta que no son iguales.

Tanto la alcaldesa en estos días, como Timochenko en sus palabras con motivo de la firma del acuerdo de paz en Cartagena, han cometido el mismo error al “ofrecer” perdón, en vez de pedirlo; en vez de pedir que se les perdone por su falta, están perdonando, quién sabe qué.

El problema viene del mal uso, sencillamente porque se usa “perdón” como “disculpa”, que sí tiene las dos posibilidades.

Una persona puede “ofrecer” una disculpa, o disculparse, lo que significa “dar una explicación”, con el fin de aclarar algún hecho y quitarse la culpa (dis-culpar); y también puede pedir que se le disculpe, lo que es igual a que se le perdone.

En cambio, el perdón solo se puede pedir si se trata de quien cometió el hecho; y lo concede, o lo ofrece, la víctima o quien ha sido ofendido. El victimario pide perdón y la víctima puede conceder el perdón.

Resumamos: Timochenko puede “ofrecer” disculpas (explicaciones) por lo que hizo la guerrilla (es decir, explica lo que hicieron y por qué lo hicieron), y “pide” perdón por esos actos, para que las víctimas le concedan ese perdón. Lo mismo sucede con la alcaldesa; ella puede “ofrecer” disculpas (explicar los hechos) y pedir perdón, y esperar que las víctimas se lo concedan.

Entonces, viendo cómo hablan los líderes en Colombia, y volviendo a la canción de Gustavo Gutiérrez Cabello, que repite que “es tan difícil pedir perdón…” (que —por cierto— él sí sabe que el perdón se pide, y no se ofrece), les viene bien a todos estos personajes de la política aprenderse la parte final del coro, en que se repite: “… Yo no he aprendido a pedir perdón; me callo o mejor me voy”. Entonces, que vuelvan cuando hayan aprendido.

@PunoArdila

(Ampliado de Vanguardia)

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