Chita y Pancho fueron asesinados

El asesinato de Chita y Pancho, los chimpancés que por una falla humana huyeron del zoológico Ukumarí de Pereira despertó en cientos de miles de colombianos una profunda molestia, indignación y pesar. En conversación con periodistas radiales la gerente del bioparque, Sandra Correa, se refirió a los dos ejemplares todo el tiempo como animales, a secas.

Frente al error humano que cometió un trabajador del zoológico y que facilitó la huida de Chita y Pancho, hay que decir que el primer yerro se configura con la existencia del zoológico como lugar para divertir y recrear, frente al mundo salvaje y la propia cultura dominante, a los seres “humanos”. No es gratuito que hoy se hable de Antropoceno como una nueva era geológica.

Olvida la gerente que nosotros también somos animales, animales humanos. Y quizás la peligrosidad de los chimpancés de la que habla la gerente, sea menor o una nimiedad, al lado del peligro que representa para la viabilidad de la vida en el planeta, la especie humana.

A pesar de expresar el profundo pesar por el crimen de Pancho y Chita, la gerente lo hizo amparada en una inocultable supremacía, atada a la doctrina antropocentrista con la que subvaloró la vida de los dos primates, en relación con las vidas humanas, que, según ella, estuvieron en peligro ante la presencia de los chimpancés. 

Quedan muchas dudas sobre el operativo policial que terminó con el asesinato de Pancho y Chita. Me pregunto: ¿si se descartó el uso de dardos tranquilizantes, era necesario dispararles con el objetivo de asesinarlos? ¿Intentaron herirlos? ¿Pudieron usar armas traumáticas?

La señora gerente justificó el asesinato por tratarse, según ella, de animales peligrosos que pusieron en riesgo la vida de uno de los cuidadores que hacía parte del grupo que salió, junto con miembros de la Policía y el Ejército, a tratar de “recuperar” a los primates.

En su discurso antropocentrista, la gerente no solo se refirió a Chita y a Pancho como animales, acto de habla desprovisto de cualquier empatía por parte de quien dijo sentirse compungida por el fatal desenlace, sino que usó la palabra “neutralizar”, eufemismo con el que se oculta lo que verdaderamente sucedió: el asesinato de dos seres sintientes y no de unos simples animales.

En lengua quechua, Ukumarí significa “aquel que tiene la fuerza de un oso”. Por el fatal error que cometió un animal humano al permitir que los dos chimpancés se salieran del ecoparque- zoológico, quizás sea hora de cambiar ese nombre por wañuchikuq: “que asesina”.

@germanayalaosor

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