Borgen, de Netflix: algo huele bien en Dinamarca

Por JORGE GÓMEZ PINILLA

Tomado de El Espectador

Ahora que el noble ejercicio de la política se ha envilecido tanto con prácticas engañosas, rufianescas o clientelistas -desde las toldas de Trump hasta las de Álvaro Uribe, pasando por un César Gaviria que vende su partido por un plato de lentejas- cae como bálsamo refrescante la serie Borgen, de Netflix, pues nos permite soñar esperanzados en que puede haber políticos empeñados en hacer de este un mejor mundo, o al menos en hacer lo correcto. (Ver Borgen).

Borgen es la sede de los tres poderes del Estado, incluido el parlamento. Birgitte Nyborg es la mujer que en su versión colombiana yo hubiera querido conocer, como política y como persona, incluso para proponerle matrimonio, a ojo cerrado.

Birgitte encarna a una ciudadana que quiere contribuir con sus ideas a la construcción de su país, y un día se le brinda la posibilidad de ser la primera ministra de Dinamarca, encabezando un gobierno de coalición, tras un ruidoso debate electoral precedido de un caso de corrupción que enturbiaba el ambiente.

Aquí debemos diferenciar un gobierno parlamentario -como los de Dinamarca o Italia- de uno presidencial, como el de Colombia. En el primero su cabeza siempre está a disposición del parlamento, en el segundo los gobernados se deben aguantar al presidente elegido hasta que este termine su período.

Allí hay multiplicidad de partidos, como hoy en Colombia, pero la diferencia es que en Dinamarca los políticos y los partidos están sometidos a un estricto control por parte de las instituciones democráticas y de la misma ciudadanía, con encuestas que reflejan su pensar o mediante el actuar de organizaciones no gubernamentales presentes en la resolución de conflictos con unos y otros sectores.

Entre esas fuerzas se dan duros enfrentamientos de poder, que incluyen recurrir a bajezas, actos corruptos o traiciones en la búsqueda de sus objetivos. Bajeza es por ejemplo que la hija de Birgitte padece crisis de ansiedad por la obligada ausencia de su madre y es llevada a consulta psicológica, y tanto políticos opositores como medios amarillistas aprovechan el delicado drama familiar para atacar a la primera ministra, haciéndola ver como la culpable de lo que tiene la hija.

Borgen es el vívido retrato de una democracia actuante, pero encarna a la vez una profunda reflexión sobre la independencia que desde lo ético debe reinar entre política y periodismo, e igual sobre las relaciones que se establecen en toda pareja afectiva cuando están mediadas por las circunstancias del poder.

Diríase entonces que son tres los temas que en Borgen invitan a reflexionar: el manejo del poder político y administrativo, el manejo de los medios frente al poder de los políticos, y el manejo de las relaciones de poder en la pareja.

Ocupa un lugar especial el vínculo laboral y afectivo entre dos periodistas que trabajan en el mismo medio, comienzan como novios y terminan viviendo juntos, además convertidos en asesores de prensa de Birgitte Nyborg, primero Kasper Juul y luego Katrine Fønsmark. A esta última no dudaría en calificarla como la coprotagonista de la serie, una mujer íntegra y corajuda a todo nivel, como su jefa.

También en lo periodístico -o sea en lo que atañe al suscrito- no puede quedar por fuera el director de Noticias de TV1, Torben Friis, a quien casi se le destruye el matrimonio por un romance con una de sus periodistas (Pía), mientras lucha a brazo partido contra el parecer de los dueños del canal que quieren imponerle alocadas ideas comerciales para atraer nuevas audiencias.

En la contraparte de Torben está El Eksprés, periódico sensacionalista dirigido por Michael Laugesen, un sujeto con fuertes entronques en el ámbito político, quien encarna algo muy parecido a Vicky Dávila en Semana: una persona sin escrúpulos, respaldada por un poderoso esquema empresarial, dispuesta a pasar por encima de la ética y de quien sea para imponer su propia agenda política.

No es posible terminar esto sin hacer el debido aterrizaje de la trama en Colombia, en consideración a que aquí también, como reza el eslogan de ElUnicornio.co, “la realidad supera la fantasía”.

Según el estratega político Ancízar Casanova, “estamos atravesando por una verdadera revolución política, que involucra sobre todo a la población joven, y la mayoría pretende desconocerlo. Sobre todo los medios de comunicación tradicionales, que siguen atados al Establishment y desconocen que esa revolución ciudadana vendrá acompañada de grandes cambios. En esta transformación las redes sociales jugarán el papel preponderante de unión, cohesión e impulso de la acción colectiva”.

Así como doña Vicky encarnaría al Laugesen de la serie, Birgitte Nyborg tendría su émula en Claudia López, la alcaldesa de Bogotá: una mujer muy capaz, que ha sabido meterse a los trancazos por las grietas de un sistema obsoleto, pero cuyo talón de Aquiles parece ser su obsesión por alcanzar la Presidencia de la República; es algo que a todas luces la trasnocha, y por eso sus decisiones no siempre recogen el sentir de la capital.

DE REMATE: La enseñanza que a mi modo de ver dejan las dos grandes protagonistas de Borgen, Birgitte Nyborg y Katrine Fønsmark, es que en política solo hay una manera de hacer las cosas: la correcta.

@Jorgomezpinilla

http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/

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