Álvaro Uribe Vélez, el imputado

Por GERMÁN AYALA OSORIO

En discutida y apretada decisión la Corte Constitucional decidió mantener la condición de imputado para Álvaro Uribe Vélez, procesado por los delitos de fraude procesal y manipulación de testigos. Con una votación de 5 votos a favor y 4 en contra, la corporación no solo evitó un choque de trenes con la Corte Suprema de Justicia, sino que logró que  la institucionalidad y la autonomía de la justicia se mantuvieran como factores sustanciales del Estado de derecho.

Más allá de las interpretaciones jurídicas de unos y otros, lo actuado por los magistrados del alto tribunal tiene efectos ético-políticos que bien vale la pena exponer, dada la trascendencia de la decisión. Las tres magistradas y los dos magistrados que optaron por mantener las condiciones procesales que cobijan en estos momentos al expresidente y exsenador Álvaro Uribe Vélez, mandan un mensaje positivo a la sociedad: nadie está por encima de la ley, por más temido y poderoso que sea.

En este caso, estamos ante un enorme golpe de opinión que erosiona los imaginarios sociales que se han venido consolidando en torno a la figura del exmandatario. Imaginarios que lo exponían hasta ayer como una figura intocable,  venerada, casi una deidad. Pues bien,  al derribamiento de esas representaciones, a todas luces exageradas y erróneas, no solo aportaron los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y los propios togados de la Constitucional y otros operadores judiciales que han pedido investigar a Uribe, sino las actuaciones públicas de los miembros del Centro Democrático y por supuesto, los propios delitos del que está siendo procesado penalmente.

La historia los deberá juzgar por haber aportado a la naturalización de un ethos a todas luces inconveniente para la tarea de consolidar una sociedad moderna, civilizada y respetuosa de las diferencias. Frases como “voten los proyectos mientras los meten a la cárcel”,  “…donde lo vea le voy a dar en la cara, marica” y “apoyemos el derecho de los soldados de soldados y policías de utilizar sus armas para defender su integridad y para defender a las personas y bienes de la acción criminal del terrorismo vandálico”, calaron en amplios sectores de la sociedad colombiana, consolidándose así un ethos mafioso, violento y pernicioso. De igual manera, aportaron acciones que quedaron registradas en imágenes que el país no puede olvidar, como aquella en la que el mismo Uribe, al salir de la Fiscalía, con una sonrisa retadora, se hizo lustrar los zapatos.

En una sociedad moralmente confundida como la colombiana, la decisión de los cinco togados representa una luz cargada de una enorme eticidad. con la que será posible reconducir a quienes por acción u omisión cohonestaron con el Todo Vale que logró imponerse en el país entre el 2002 y el 2010. Así, con la decisión de la Corte Constitucional se sienta un fuerte precedente ético y jurídico que debe hacer recapacitar a los miembros de esa élite política, empresarial y económica que acompañó y aplaudió a rabiar las actuaciones de Uribe y de todos los que lo asistieron en su aventura de reducir la institucionalidad estatal al carácter autoritario y arbitrario con el que mandó en Colombia durante ocho años; el mismo que logró inocular en su ungido, Iván Duque Márquez (2018-2022).

Pero así como la decisión de los cinco magistrados es una luz cargada de una positiva eticidad, lo expresado por los cuatro togados que se opusieron a que se le mantuviera la condición de imputado a Uribe Vélez, de alguna manera valida actuaciones del 1087985. Por ejemplo, la renuncia a su curul de senador para evitar que la Corte Suprema lo investigara y juzgara, constituye una “jugadita” que, a pesar de que le salió mal, sirvió de pésimo ejemplo para que otros congresistas hicieran lo mismo. Ese tipo de “jugaditas” erosionan la legitimidad de las instituciones y constituyen una burla. Además, quienes votaron no, ética y políticamente, terminaron, quizás sin proponérselo, por validar las actuaciones del ciudadano Álvaro Uribe Vélez, validando así el daño ético y moral que vienen produciendo en vastos sectores de la sociedad colombiana.

@germanayalaosor

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