Abortos y corridas de toros

La reciente aprobación de la ley que prohíbe las corridas de toros despertó la indignación de aquellos ciudadanos que gozan como niños en piñata del cruel asesinato de estos animales no humanos durante faenas transmitidas por los noticieros de televisión, investidas caprichosamente como una tradición cultural. 

Hay ganaderos y latifundistas que quieren poner en evidencia un dilema moral y ético entre quienes defienden el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo en las circunstancias que la Corte Constitucional (CC) avaló en su memorable sentencia, y los que celebran la prohibición de las corridas de toros y, por ende, defienden la vida de los toros de lidia asesinados salvajemente durante el grotesco, violento y anacrónico espectáculo de las corridas de toros. 

Entre aquellos ciudadanos que rechazan la aprobación de dicha norma están Juan José Lafaurie, hijo del ganadero y latifundista José Felix Lafaurie, y la congresista María Fernanda Cabal. El vástago de las dos figuras políticas escribió en su cuenta de X: “Vamos muy mal como sociedad cuando valoramos más la vida de un toro que la de un bebé en el vientre”. Por su parte, la señora Cabal en el Congreso afirmó que “no les importa desmembrar un bebé en el vientre, les da más pesar un toro de 1600 kilos con cachos”.

Vamos por partes, como diría Jack el Destripador. El primer error en el que incurre la señora Cabal está en subvalorar la vida del sintiente animal no humano en relación con la vida de una criatura que sobrevive aún en el vientre de una madre. Insiste en la posición dominante del ser humano (también somos animales) y por ende se ubica ideológicamente en la defensa del antropocentrismo.

Al ubicarse en tan vetusto y nefasto discurso, la Cabal y su hijo validan el asesinato cruel y público de los toros de lidia, por cuanto viene legitimado por la cultura dominante liderada por todo tipo de machos cabríos que ven a los toros y a otros animales como bestias irracionales, cuyas vidas están sujetas a las necesidades de entretenimiento.  Que una parte de la sociedad haya asumido el castigo a los toros como una suerte de acto circense o espectáculo cultural, no significa que en no haya dolor mientras son sacrificados salvajemente. Esa fiesta brava que defienden el “pichón” de la élite conservadora y su mamá, pertenece al correlato del machismo y de las múltiples violencias que sufren las mujeres en Colombia y en el mundo. Las violaciones que terminan en embarazos no deseados hacen parte de esas prácticas sistemáticas de la violencia de género. 

Al oponerse al aborto de bebés concebidos bajo esas violentas condiciones, Cabal y su vástago terminan por legitimar el machismo y las violencias basadas en género. Y es así porque están alineados (o quizás alienados) con la moral de la iglesia católica responsable en gran medida de los largos procesos de dominación masculina sobre las mujeres y por supuesto, de la subvaloración de los animales no humanos por considerarlos inferiores. 

No acepta el joven tuitero que las mujeres puedan ejercer su derecho a ser madres cuando les dé la gana y no cuando sus parejas, la iglesia católica, las familias o la sociedad se los indiquen. Es más, si no quieren tener hijos, eso también es un derecho que les asiste y que nadie debe atreverse a juzgar. 

No existe un dilema moral y ético en defender de un lado la vida de los toros de lidia y el derecho que le asiste a las mujeres a interrumpir cuando así lo deseen un embarazo que posiblemente les arruinará sus vidas, frenará sus expectativas de vida, pondrá en pausa proyectos personales e incluso, que ponga en riesgo su supervivencia y salud. 

Eso sí, lo dicho por los Lafaurie-Cabal sirve para insistir en la necesidad que tenemos como sociedad de ir proscribiendo aquellas prácticas que, asociadas a la preponderancia del Macho societal, nos “dio el derecho” de disponer del cuerpo de las mujeres para garantizar la procreación de la dañina especie humana. El triunfo del gran macho cabrío que suele vanagloriarse de su masculinidad por el solo hecho de “haber preñado” a una mujer o a varias, para someterlas a las labores domésticas y de crianza de los hijos o simplemente para anularlas profesionalmente, hace parte de todo lo que ha estado mal dentro de la sociedad colombiana. 

No más Olé. Y en cuanto a los abortos, que sea cada mujer afectada la que tome la siempre difícil pero respetable decisión. Y no olviden, mamá Cabal e hijo Lafaurie, que ustedes también son animales. Así las cosas, le recomiendo al hijo que al menos siga el consejo que su madre les dio a unos cuantos de sus críticos: ¡estudie, vago!

@germanayalaosor

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Un comentario sobre «Abortos y corridas de toros»

  1. Excelente, como siempre don Germán, me quedo, me aguanto a don Jose Felix, mas no me resisto a la bruja ignorante y bruta, al tontarrón ni le conozco la cara, ambos denotan una ignorancia galopante y un coeficiente intelectual bajo, muy bajo, para estos “tipos”, el pobre, el campesino, el obrero, son “PAISAJE”, la cabal se debería ir a Argentina a ayudarle al tal Milei y que se lleve a su esclavo polo polo para que le unte arta crema.

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