A Desmond Tutu no lo cremaron: lo “licuaron”

Desmond Tutuel clérigo sudafricano que dedicó su vida a la lucha en contra del apartheid, había pedido que en lugar de la tradicional incineración, le hicieran una cremación sin llama. Se trata de un procedimiento conocido como aquamación, que utiliza un 90% menos de energía que la cremación con llama y no emite ningún gas perjudicial de efecto invernadero.

De esta manera, el cuerpo del premio Nobel de la Paz, quien falleció a los 90 años, fue reducido a polvo por aquamación, un método que se basa en la combinación de agua y altas temperaturas.

Químicamente, el proceso es conocido como hidrólisis alcalina, un proceso químico en agua que incorpora el hidróxido de potasio o potasa cáustica (como también se le conoce) y el hidróxido o hidrato de sodio, mejor conocido como soda cáustica.

Los restos del fallecido se depositan en un gran cilindro metálico y luego se sumergen en un líquido, una mezcla de agua y productos alcalinos.

La sustancia se calienta (alrededor de 150 ºC) y se pone bajo presión, proceso que permite una rápida disolución de las partes blandas en el interior de la caja. Después de unas horas, no quedan más que los huesos, que son luego reducidos a polvo blanco, colocados en una urna y entregados a los familiares para ser enterrados.

Este proceso resulta más amigable con el medio ambiente porque la hidrólisis alcalina “utiliza 90% menos de energía que la cremación tradicional y emite 160 veces menos partículas finas al ambiente.

Cuando creman a las personas, se emiten óxidos de carbono, dioxinas y otros contaminantes. En la inhumación, se liberan potenciales contaminantes químicos, en los que prevalecen los compuestos a base de carbono, amoniaco, cloruro, sulfato, sodio, potasio o los restos de tratamientos químicos hospitalarios, como la quimioterapia.

Además de todas esas sustancias, cuando se usan ataúdes de madera o de metal, también estamos generando un impacto negativo para el medioambiente, ya que éstos demoran varios en desintegrarse.

La hidrólisis alcalina acelera la descomposición de restos a cinco horas respecto a los días que puede tomar un proceso con base en agua y temperaturas elevadas. Este procedimiento fue desarrollado en Canadá. Actualmente lo usan países como Estados Unidos, España, Australia y México en América Latina.

Según la Asociación de Cremación de los Estados Unidos, este tipo de proceso resulta en un 32 por ciento más de volumen final en los restos de la persona fallecida y por ello requiere una urna más grande.

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