La extrema derecha representada en el clan Gnecco y los Gilinski está jugando a ver si cuaja la candidatura presidencial de Vicky Dávila. Aunque los líderes de esas dos cofradías conocen muy bien las limitaciones discursivas de la periodista, que se reflejan en su incapacidad para comprender la economía, la macroeconomía y la política menuda, mantenerla como posible candidata les permite sostener niveles de negociación política con aquellos sectores del poder económico y político que todavía no creen que ella sea capaz de dirigir un país tan complejo como Colombia.
Lo cierto es que la algarabía que genera la directora de Semana y en particular sus rifirrafes con Petro en la red X, le van dando un protagonismo importante, que afecta negativamente los planes de María Fernanda Cabal, una de las «tigresas» del expresidente Álvaro Uribe. Aunque Cabal tampoco es la más versada en variables económicas, políticamente le iría mejor que a Dávila, pues sobre esta pesará siempre su perfil de periodista formada para producir bochinches, no para generar acuerdos o transacciones políticas.
Sea como fuere, la figura de Dávila podría ser el puente del uribismo para una eventual alianza política entre Uribe y los que tratan de armar candidaturas desgastados de personajes como Sergio Fajardo, Fico Gutiérrez, Claudia López, Germán Vargas o Alejandro Gaviria. Pero tampoco se puede descartar la candidatura de María Fernanda Cabal, con doña Vicky como jefa de debate, pues ha demostrado tener la habilidad para «cazar peleas» con la izquierda y el progresismo, incluso con la propia Claudia López, quien sagazmente se presenta como de centroizquierda, pero ya ha dejado ver su ropaje de derecha.
El país sabe que Vicky Dávila idolatra a Uribe, lo cual facilitaría las conversaciones entre el expresidente antioqueño y los que quieran sumarse a la causa 2026-30.
Eso sí, tanto Cabal como Dávila saben que sus candidaturas se enfrentan al naturalizado machismo y a un sistema patriarcal que de la mano de machitos como Uribe desconfían de la capacidad de la mujer para gobernar.
Cabal y Dávila apelarán al discurso feminista, en particular a la idea que señala que ya Colombia está lista para una mujer presidenta. Eso sí, esa narrativa feminista evitará hacer referencia a que una eventual llegada de una mujer a la Casa de Nariño estaría asegurada bajo las condiciones que saben imponer los machos que ponen el dinero y todo lo demás, para sentar a una mujer en el solio de Bolívar.
El presidente Petro quizá se equivoca al confrontar tanto a la periodista Dávila en la red X, pues la catapulta hasta el punto de graduarla como candidata y contendora suya. Ella de inmediato se victimiza y por esa vía gradúa a Petro de «dictador», como lo hizo cuando el presidente le señaló que su lectura equivocada las «inversiones forzosas» rayaba con el delito de pánico económico. Esa tarea de desnudar las mentiras de la periodista la tienen que asumir sus ministros o los congresistas del Pacto Histórico.
A los viejos y nuevos enemigos de la izquierda, del progresismo y de Petro poco les importará quién llegue a la presidencia en el 2026. Ya en el pasado inmediato votaron por Iván Duque Márquez y Rodolfo Hernández; el primero, un fatuo mentecato que dejó la vara tan bajita que cualquier pelafustán se siente capaz de gobernar al país. Y el segundo, un empresario mañoso, corrupto y patán al que, de haber resultado presidente, la derecha lo habría manejado a su antojo, como lo hizo Uribe con Duque, su títere predilecto.
Al establecimiento lo único que le interesa es recuperar la Casa de Nariño, con quien tenga a la mano. Solo eso.
@germanayalaosor