La reciente configuración del poder Constituyente en la Universidad Nacional, con los resultados conocidos por la elección de Leopoldo Múnera como nuevo rector, es un referente de transformación para el resto de las universidades públicas y privadas, convertidas estas últimas en feudos de poderosas castas familiares que han hecho de la educación el más descarado de los negocios. Ser Pilo paga es un ejemplo, y ahora los bonos escolares de la senadora Paloma Valencia le dan más oxígeno a este modelo mercantilizado del derecho a la educación.
El poder Constituyente del bloque democrático en la Nacional logró derrumbar la grotesca hegemonía de la anterior rectora y de sus socios exrectores –un club de momias derechistas-, quienes a lo largo de los gobiernos neoliberales (Uribe, Santos y Duque) montaron gigantescas redes de corrupción y privilegios con el tema de la investigación, la extensión universitaria, el turismo académico y la asesoría. La Revista Raya documentó muy bien todo este entramado de privilegios y corrupción. (Ver artículo).
El poder Constituyente de la UN logró recuperar la voluntad mayoritaria de la comunidad universitaria y resolvió el tema de la rectoría escogiendo a Múnera como la nueva cabeza, quien se comprometió a fortalecer la autonomía universitaria y darle un vuelco radical a esa institución secuestrada por mafias, agredida sistemáticamente por el Esmad y los grupos terroristas de la derecha uribista, cobrando la vida y la integridad de centenares de estudiantes en los últimos años.
Desde esa histórica experiencia de las luchas universitarias de la ‘Nacho’ es que inferimos desarrollos democráticos en otros escenarios universitarios del país.
Pienso en el aberrante caso de la Universidad del Quindío en Armenia, entidad secuestrada por una mafia añeja, al servicio de los clanes politiqueros y clientelistas imperantes en esa zona cafetera.
Su actual rector, Luis Fernando Polanía Obando, se desempeña como marioneta del vargasllerismo regional y de las siniestras mafias de César Augusto Pareja, alias ‘Toto’, amo y señor del Quindío, señalado de ser miembro del cartel del Norte del Valle del Cauca. Polanía además es parte de una tradición politiquera y corrupta del Partido Liberal de Montenegro, donde los gamonales –como el padre del mencionado- ejercen un férreo poder mediante la violencia, la corrupción y el clientelismo.
Polanía Obando ha estructurado junto con su ‘carnal’ el exrector José Fernando Echeverry, un denso entramado de roscas corruptas –como las de la U Nacional- que disponen a su antojo y de manera discrecional de miles de millones de pesos para organizar sistemas de pensión ventajistas entre sus amigotes; para adjudicar de manera directa obras civiles que son verdaderos elefantes blancos; para comprar procesos electorales internos; para despilfarrar millonarias sumas en el turismo académico internacional; para conseguir acreditaciones académicas e institucionales espurias, mediante el tráfico de influencias con altos funcionarios del ministerio de Educación, que son atendidos como reyezuelos en los restaurantes de Armenia, hacia donde fluyen miles de millones de pesos; para nombrar a los recomendados (docentes, trabajadores) de los y las representantes de la ultraderecha uribista y vargasllerista local.
La Universidad del Quindío es caso emblemático de la degradación de instituciones entregadas a las roscas y clanes regionales.
Por supuesto, la propaganda oficial –que consume millones del presupuesto- se empeña en destacar grandes logros académicos y las grandezas del actual rector, quien tiene comprada la prensa regional, donde publica unas columnas mediocres para tratar de ganar respetabilidad.
La realidad es muy diferente. La Universidad del Quindío no asume los derechos a la formación profesional de los jóvenes de los municipios cordilleranos más pobres; la extensión se hace en contubernio con la alcaldía de Armenia mediante convenios interadministrativos muy porosos; las matriculas en ascenso –no obstante la gratuidad ordenada por ley- ahoga a miles de jóvenes de origen humilde, quienes deben desertar tempranamente; se desconocen los derechos sindicales de los trabajadores, quienes son perseguidos; se estigmatiza y agrede a quienes hemos denunciado en los últimos años todo este cuadro decadente de la flamante institución universitaria, pues he sido objeto de amenazas de los neo paramilitares cercanos a las roscas de Polania Obando. En fin, de todo hay allí que refleja el viejo sistema de poder de la ultraderecha más retardataria.
En esos términos es que se debería plantear la comunidad académica asumir el ejemplo de la Universidad Nacional y proyectar un proceso constituyente que abra las puertas a un viraje radical, llevando a la elección de un nuevo rector y directivas con origen científico y de compromiso ético con la educación universitaria.
En buena hora y merced al poder Constituyente de los educadores colombianos, el proyecto de ley que regula el derecho fundamental a la educación -convertido en vulgar copia del neoliberalismo uribista- entró en bancarrota. La lección que hemos aprendido con el sector de la salud es que, dado el bloqueo institucional de las fuerzas ultraconservadoras, la mejor ruta es avanzar en las reformas por la vía de la acción directa de la ciudadanía, en un bloque histórico con el presidente de la República y su equipo de funcionarios.
Hacer efectivo el derecho fundamental a la educación de los colombianos es un asunto de acción popular, y así debe darse también en la Universidad del Quindío. Por tal motivo estamos convocando a todos los sectores de la comunidad académica sin restricciones, salvo aquellos que rentan y despojan esa corporación.
Manos a la obra, comunidad universitaria quindiana.
@HoracioDuque8