Redes sociales: nos controlan… y nos da lo mismo

Por JULIÁN ALEJANDRO

Algunos se enorgullecen de que los colombianos somos “las personas más felices del mundo”. Este orgullo fraudulento es una forma de ocultar que en el fondo somos un chiste que se ríe de sí mismo. Hoy drenamos horas y horas de nuestra vida cotidiana en las redes sociales, pero no tenemos la menor idea de lo que significa en pérdida de privacidad.

En la era de la información, ignoramos el trato y las libertades que concedemos a las empresas a cargo de las redes sociales. Y lo que es más delicado: desconocemos los riesgos implícitos porque asumimos que la virtualidad es un continente benigno, que no perjudica el mundo real —el que sucede más allá del teclado y la pantalla—. Pero la realidad es bien distinta: la información que concedemos a compañías como Facebook, Twitter o Whatsapp sí importa. Y mucho.

En 2018 estalló el escándalo de Cambridge Analytica, el mundo estuvo expuesto a una de las grandes vulnerabilidades de la democracia actual: la influencia de las redes sociales y el uso de los datos en sucesos reales. La consultora británica había accedido de forma ilegal a la información de 50 millones de usuarios y sus datos fueron usados para idear campañas de persuasión y posicionamiento de campañas políticas en diferentes países, apelando a la distribución de noticias falsas o Fake News, campañas de desinformación sistemática y difamación de los candidatos rivales de sus clientes. Así lograron que en algunos países los grupos de derecha ganaran elecciones, y los casos más sonoros de los que se acusó a esta empresa fueron el Brexit en Inglaterra y la campaña de Donald Trump en Estados Unidos.

En investigación posterior a la revelación del escándalo de Cambridge Analytica se conoció que la compañía había asesorado campañas políticas en Colombia. No se precisó abiertamente a cuáles, pero todo indica que fue la de Enrique Peñalosa a la alcaldía de Bogotá, que también ganó él.  

Hoy las democracias están amenazadas por los alcances del Big Data, la manipulación sistemática de los electores y las herramientas de ingeniería social, reduciendo cada vez más la capacidad de elección consciente de nosotros -sí, nosotros- los votantes. Cada vez dependemos más de la inteligencia artificial y los algoritmos.

En días pasados se reveló una filtración aterradora: los datos de más de 530 millones de cuentas de Facebook de 106 países, —20 millones de usuarios colombianos— habían sido vulnerados y se podía acceder a ellos de forma gratuita. La situación es delicada y Facebook no parece interesada en notificar de esto a los millones de usuarios perjudicados.

En este contexto, el fin de semana pasado se reveló una filtración aterradora: los datos asociados a más de 530 millones de cuentas de Facebook de 106 países, —20 millones de usuarios colombianos— habían sido vulnerados y se podía acceder a ellos de forma gratuita en un foro de hacking. Los datos incluyen número de teléfono, el ID de Facebook, Nombres completos, direcciones de correo y en algunos casos contraseñas. Facebook aseguró a diferentes medios que la filtración de datos había sido posible por una vulnerabilidad que habían corregido en 2019, pero diferentes expertos en seguridad desconfían de esa afirmación.

Alon Gal, CTO  de Hudson Rock, se percató de la filtración en enero de este año, cuando un usuario del mismo foro de hacking expuso el servicio de un bot que proporcionaba acceso a la información de usuarios incluidos en la enorme base de datos que había sido filtrada. Hasta el momento no se conocen claramente los usos que les han dado a esos datos, pero algo es seguro: los actores maliciosos e incluso cyber criminales pueden utilizar la información para realizar ataques maliciosos, entre los cuales se pueden mencionar:

Phishing: Este delito consiste en engañar a las personas para que compartan información confidencial, como contraseñas o números de tarjetas de crédito. Las víctimas reciben un correo electrónico, SMS, o llamada que suplanta la identidad a una persona u organización de confianza, —un compañero de trabajo, un banco o una oficina gubernamental—. Cuando la víctima accede al correo electrónico o al mensaje de texto, encuentra un mensaje que lo alarma de alguna anomalía en el servicio, incitando la víctima para que acceda  a un sitio web. Si el usuario accede al enlace proporcionado por el atacante, será dirigido a una página que imita la verdadera. Después se le solicita que ingrese sus datos —ID y contraseñas— y si lo hace, la información de inicio de sesión llega al atacante, que la utiliza para robar identidades, saquear cuentas bancarias, vender información personal en el mercado negro, en fin.

SIM swapping: Permite a los criminales robar la identidad del usuario mediante el secuestro del número de celular, al obtener un duplicado de la tarjeta SIM de la víctima. Esto les permite acceder a los códigos de verificación de los servicios a los que estemos suscritos: bancos, redes sociales, etc.

La situación es delicada y Facebook no parece interesada en notificar de esto a los millones de usuarios perjudicados. Por este motivo, usted puede realizar la verificación de su número de teléfono o correo electrónico en: https://haveibeenpwned.com/ , si ha sido víctima de este suceso y —como fue mi caso—, será notificado y le ofrecerán una serie de pasos para que solucione el inconveniente. Pero en otros casos será más complicado.

No nos fijamos mucho en esto y al parecer no nos importa, cuando hemos visto escándalos políticos en los que han estado involucrados hackers al servicio del partido Centro Democrático, para mencionar un solo caso. La facilidad de acceder a esta información acercándose la elección presidencial debería despertar alguna suspicacia, hacernos reflexionar sobre la manera en que protegemos nuestra información y la incidencia de las redes sociales en nuestras vidas.

El filósofo surcoreano Byung-Chul Han advierte que la era de la información despolitiza las decisiones que tomamos. El uso del Big Data por parte de las compañías ya no hace necesario considerar el “por qué”, es mucho más sencillo ir directamente al “qué” y garantizar el éxito de un producto en el mercado, sea comercial, de entretenimiento o —mucho más delicado— político.

Esta es una era dorada para la perpetuación de castas políticas que han “oscurecido” lo que antes eran las reglas limpias de la democracia. Si consideramos la realidad institucional y política que sume al país en una crisis que parece irremediable, deberíamos pensar qué sucede con la información de esos 20 millones de usuarios que fue filtrada y la manera en que esto puede emplearse en las próximas elecciones. Pero el problema es que todo nos da lo mismo.

Si en 2018 con la información de 50 millones de usuarios se desestabilizaron elecciones en el mundo, es difícil calcular la manera en que la información de 530 millones de usuarios se puede “capitalizar”.

Julián Alejandro

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