Una revisión a la Ley 1962 de 2019, conocida como “Ley de regiones”, es una necesidad urgente para avanzar en el proceso de autonomía territorial, que tanta urticaria produce en los círculos palaciegos.
Esta ley está plagada de inmensos vacíos, que han tratado de ser remediados a través de decretos reglamentarios, que, sin embargo, han generado más confusión y no le dan a las regiones administrativas y de planificación – RAP el papel que los constituyentes pretendieron.
Los poderes públicos centralistas, han boicoteado durante décadas la posibilidad de que Colombia sea, en efecto, un país de regiones, y que desde esta instancia se planifique el desarrollo. Además, que el Plan Nacional de Desarrollo y el plan de inversiones sean una consecuencia de lo que se piensa en las regiones en temas relacionados con las infraestructuras, el medio ambiente, la cultura, la educación, la seguridad, la producción, el comercio y los impuestos, entre otros temas.
En el actual plan de desarrollo se pensó en la regionalización y se abrieron muchas expectativas sobre lo que podría ser un gobierno descentralizado y desconcentrado, pero nada de lo prometido, escrito y aprobado, se ha cumplido.
Contrario a lo que se pensaba, se ha acelerado el modelo centralista, por quienes ayer pregonaban la descentralización y la autonomía como la razón de ser de un Estado moderno. Apenas obtuvieron el poder, se han negado a compartirlo con las regiones, y le han quitado a estas su capacidad de autodirigirse y de plantear con total libertad sus iniciativas.
Las RAP han sido borradas de casi toda la institucionalidad nacional. Y cuando se les tiene en cuenta, es para controlarlas e imponerles condiciones para su funcionamiento y reconocimiento, como si no bastara la expedición de la ley y la aprobación de los acuerdos regionales por los consejos directivos.
Flaco servicio le hace el gobierno nacional al desarrollo, cuando cree que desde las sillas de los ministerios e institutos en Bogotá se puede manejar el país, sin la articulación debida con las regiones y sus territorios.
Gran parte de los problemas que se sufren en Colombia, son aquellos que superan los limites municipales y departamentales y para encontrar y ejecutar soluciones se necesita de una instancia con el suficiente poder para coordinar las decisiones que se deben tomar y que requieren de los esfuerzos técnicos y financieros de los territorios y el gobierno central.
Hace bien el nuevo presidente de la Comisión de Ordenamiento Territorial del Senado, Guido Echeverry, uno de los promotores de la RAP del Eje Cafetero, en impulsar un debate político sobre la autonomía territorial y la regionalización.
@humbertotobon