Los deforestadores actúan con total impunidad

Por HUMBERTO TOBÓN*

Desde los poderosos satélites GOES es posible vigilar los eventos meteorológicos y los incendios forestales. El satélite Copernicus, denominado “los ojos del planeta”, permite prever tormentas, huracanes y cambios en la temperatura. Landsat-8 y Sentinel, trasmiten información sobre la pérdida de bosques.

Hay alrededor de 2.800 satélites que giran en torno a la Tierra. Algunos de ellos están dedicados a la vigilancia. Son capaces de tomar la fotografía de una placa de un carro e identificar a una persona con sólo enfocar su rostro. Pero, extrañamente, ninguno capta los movimientos de miles de máquinas y trabajadores que se dedican a la deforestación de 30 millones de hectáreas anuales en el mundo, afectando especialmente a Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos e Indonesia.

En el caso de Colombia, se asegura por parte del gobierno nacional que anualmente se deforestan 120 mil hectáreas, aunque hay datos de centros de investigación independientes, que denuncian deforestaciones cercanas a las 300 mil hectáreas/año.

Los árboles son derrumbados y en el mismo sitio son aserrados. Luego son transportados a través del lecho de los ríos o en grandes camiones que transitan libremente carreteras. Son millones de toneladas, que necesariamente se pueden detectar. Pero esto ocurre muy poco. Es como si esa exorbitante cantidad de madera fuera invisible para los ojos de las autoridades y de los ciudadanos.

La madera va de un lado a otro. Una parte de la que es extraída del Amazonas, por ejemplo, llega a los centros de distribución en Brasil, Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Otra parte es embarcada para Estados Unidos, Europa y Asia.

Las autoridades ambientales, en casi todos los países, realizan esfuerzos para evitar el tráfico de madera. Pero sus éxitos son marginales, frente a la dimensión de una deforestación que está poniendo en serio riesgo ambiental amplias regiones, acelerando, por ejemplo, el cambio climático.

Obviamente, hay que ponderar los esfuerzos de quienes se encargan de contarnos que el año pasado se talaron millones de hectáreas de bosques, muchos de ellos primarios. También aplaudimos que las imágenes de satélite estén en capacidad de indicar qué árbol falta. Además, agradecemos que la Universidad de Stanford pueda medir desde el espacio la altura de un árbol y decirnos cuánto carbono puede almacenar. Pero lo que necesitamos con urgencia, es que las autoridades, con la ayuda de las tecnologías, tengan información en tiempo real sobre dónde se está deforestando, para enfrentar exitosamente a los traficantes de madera y no pueda haber disculpas para la inacción.

Si hubiese interés genuino por detener la deforestación, sin duda, tendríamos satélites vigilando las áreas más críticas en todo el mundo, y existiría una política transnacional para enfrentar el tráfico de madera, tal como se hace con las drogas alucinógenas. Pero la deforestación, hasta hoy, es sólo un tema de discurso en las cumbres ambientales, con mucha retórica, pero pocos resultados.

@humbertotobon

*Estos comentarios no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional.

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