Moisés Wasserman en su columna de El Tiempo recuerda cómo durante el debate presidencial de Estados Unidos “el presidente Trump manifestó que no sabía qué era QAnon, aunque agradeció su apoyo”.
Wasserman retrocede tres años y explica cómo en octubre de 2017, “en un foro marginal en las redes, apareció un personaje que firmó con una Q, sugiriendo que tenía el nivel Q, el más alto en acceso privilegiado a documentos secretos del Departamento de Energía. Le añadieron el Anon, por anónimo. Presentó la teoría de que existía un “Estado profundo”, compuesto por una élite de políticos (como Barack Obama y Hillary Clinton), funcionarios, banqueros (George Soros) y militares, que estaban armando una conspiración para derrocar al presidente.
El exrector de la Universidad Nacional cuenta de la aparición de un artículo en Facebook donde el movimiento daba detalles de cómo en 16 años sus acciones acabarían con Estados Unidos y a los cuales le añadieron elementos conspiratorios como la negación del covid-19 y la ‘noticia’ de que en las vacunas se incluirían chips que dominan la mente. “No faltaron acusaciones de práctica de satanismo, de personas-lagarto disfrazadas con piel humana y de ovnis apoyando a los illuminati”.
“Parece un chiste, pero no lo es. Los comunicados de QAnon han sido agresivos, llaman al uso de las armas y amenazan a los traidores del ‘Estado profundo’ con una ejecución sumaria”, sostiene el columnista y agrega que una encuesta reciente mostró que el 56 por ciento de los votantes republicanos (partido de Trump) piensan que tiene razón en alguna de sus afirmaciones.
Por último, dice que como casi todas las teorías conspiratorias en la historia, esta es absurda. “Soportan su ataque en una falacia lógica: la inversión en la carga de la prueba. Exigen a sus contradictores demostrar la inexistencia de la conspiración (lo que es un imposible) para convertir la ausencia de prueba de inexistencia en ‘prueba reina’ de existencia. La irracionalidad no es chistosa, es tremendamente peligrosa”. Lea la columna completa aquí.