El Tiempo sí se detiene

Desde un principio Luis Carlos Sarmiento Ángulo sabía que la compra de El Tiempo no era un buen negocio. Por eso, desde muchos sectores del país la pregunta era obvia: ¿cuál es el interés del hombre más rico del país en adquirir ese periódico? Eso sucedió hace ocho años y la respuesta solo la íbamos a conocer con el paso del tiempo. 

En 2012 Sarmiento justificó la compra como la única manera de garantizar la supervivencia de un patrimonio nacional, y que esto a la vez fuera un factor estabilizador de la institucionalidad. Todo esto porque el periódico durante más de un siglo de vida siempre había estado comprometido con lo que se denominaba la defensa del Establecimiento.

"Cuando se tienen muchos millones de dólares, tener más dinero no cambia el estatus pero sí permite inspirar respeto".
“Cuando se tienen muchos millones de dólares, tener más dinero no cambia el estatus pero sí permite inspirar respeto”. Fotos tomadas de Las 2 Orillas

Pero más allá de ese propósito altruista de Sarmiento, había otros intereses. Semana dijo en su momento que cuando se tienen muchos miles de millones de dólares, tener más dinero no cambia el estatus de una persona; en cambio, tener un periódico sí. Este permite influir e inspirar respeto.

Además del respeto, era la posibilidad de manejar la información de primera mano -y no desde la pauta publicitaria- según la conveniencia del caso. María Elvira Samper se preguntaba al respecto si El Tiempo podría ser neutral en la información siendo su dueño propietario de “los bancos de Bogotá, Occidente, Popular y AV Villas, Leasing de Occidente y Porvenir; y además con millonarias inversiones en sectores de la construcción, agroindustria, turismo y energía, así como participaciones en consorcios de concesiones viales, de aguas y aeropuertos, etc.”, y si “podrán los periodistas informar con plena libertad sobre pensiones, reforma tributaria, política de vivienda y agraria”. 

Un claro ejemplo de ese conflicto de intereses se vio en diciembre de 2017, cuando El Tiempo eligió al entonces fiscal Néstor Humberto Martínez como el Personaje del año, hecho que muchos columnistas calificaron como una pifia del periódico, como lo destacó el portal Pulzo.

Diego Martínez Lloreda comentó en El País que a El Tiempo le quedaba muy mal darle esta designación porque no es un secreto que el entonces fiscal había hecho parte de su junta directiva y fue uno de los abogados de cabecera de su dueño [Luis Carlos Sarmiento Angulo], y aseguró que “semejante descache” del diario capitalino “generó indignación nacional”.

En el mismo sentido se manifestó María Jimena Duzán: “Dirá NHM que un hombre tan poderoso como él, que tiene a los medios comiendo de la mano –las filtraciones siempre son bien recibidas– y que cuenta con una corte de periodistas aduladores que no demoran en denominarlo como el personaje del año no tiene por qué darle explicaciones al país […]”. 

De igual manera, cuando murieron 10 trabajadores en el desplome del puente Chirajara, que aún estaba en construcción por el consorcio Coviandes, del ingeniero Luis Carlos Sarmiento, El Tiempo presentó un informe basado en un comunicado oficial de la compañía, que ocupó más de la mitad de la nota y repitió varias veces que se llevaría a cabo una investigación a fondo para averiguar lo sucedido.

Pero además de la parte periodística, uno de los elementos más atractivos de El Tiempo, es ese lote de 39.000 metros cuadrados donde está su actual sede, y de la cual, en su momento, el banquero dijo, que no pensaba sacar al diario de ese edificio de la 26.

Pero ya se duda de esa afirmación. La semana pasada se dio la venta del emblemático edificio de la Avenida Jiménez con Séptima donde funcionaban algunas oficinas del periódico y parte de las instalaciones de City TV, el canal de la Casa Editorial. Ahora esta estructura de siete pisos, un sótano y 4.266 metros cuadrados hace parte de la Universidad El Rosario.

Y el portal Las 2 orillas contó que la nueva sociedad Inmuebles El Dorado SAS comenzará el desarrollo de un gran proyecto inmobiliario en este valiosísimo predio de la 26. La rotativa pasará a Mosquera y la actividad editorial, que los propietarios buscan hacer “más eficiente y liviana”, será también trasladada.

De hecho, el año pasado hubo entre febrero y junio más de 200 despidos de esa Casa Editorial, entre ellos algunos redactores con más de 20 años de ejercicio profesional.

La compra hace ocho años del 55 por ciento de las acciones de El Tiempo fue por cerca de 250 millones de dólares al Grupo Planeta. Aunque fue un salvavidas para el primer periódico del país, también queda en entredicho el costo periodístico en la credibilidad y al parecer El Tiempo, más allá de la compra de su infraestructura, ya está pagando ese precio.

En conclusión, como gran moraleja de esta historia se podría concluir que “El Tiempo sí se detiene”.

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