El río Amazonas se aleja de Colombia

En un futuro no muy lejano los habitantes de Leticia y ribereños colombianos no verán pasar frente a sus ojos el río Amazonas, el más largo y caudaloso del mundo. Esta inmensa vertiente de agua se aleja cada vez más de la capital del departamento y, aunque suene extraño, el fenómeno es “natural” y es muy real.

Todo se debe a una falla geológica que genera cambios importantes en la dinámica del río, de sus riberas y de sus islas (de cauce) que él mismo construye o destruye.

Esta falla no es exclusiva de este río sino de todos los sistemas fluviales, corresponde a procesos de erosión y sedimentación y está sucediendo desde hace varias décadas en el tramo del Amazonas frente a Leticia. Así lo advierte el profesor Santiago Duque, del Instituto de Investigaciones Imani, de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Amazonia.

Por eso el Amazonas que pasa por territorio colombiano (en la otra ribera está Perú) es cada vez más lento y se sedimenta más. “Esto significa que el río se está alejando de la ciudad de Leticia y en unos años ya no tendremos esta maravilla natural en nuestro territorio colombiano”, según el investigador.

El Estado, el gobierno y las autoridades de la región conocen desde hace muchos años lo que está pasando. Incluso han financiado investigaciones de alto costo para modelar y predecir lo que sucedería en el futuro y qué correctivos o sugerencias se podrían implementar.

En muchos de sus tramos se presenta erosión por una mayor velocidad de la corriente, y sedimentación por la disminución de su velocidad. Foto tomada de Diariosur.es

Tanto así, que hace más de 10 años la UNAL ejecutó un contrato para el Ministerio de Transporte, pero las sugerencias y planteamientos de este no se tuvieron en cuenta en su momento. Lo que se hizo entonces –recuerda el docente del Imani– fue que escogieron la solución más económica, aunque el estudio consideró que se trataba de una solución parcial.

El mismo estudio, al parecer, se ha repetido y la Armada Nacional tiene modelos claros de la pérdida del río Amazonas para Leticia y para Colombia.

Pero las consecuencias de este fenómeno no solo se ven frente a Leticia. Durante el primer semestre de 2020, en la temporada de aguas altas, el caudaloso río arrasó con una franja de bosque que lo separaba del río Loretoyacu –que pasa frente al municipio de Puerto Nariño–, lo que hace prever que su cauce chocará directamente sobre el puerto y el muelle de esta población fronteriza, erosionará toda la zona.

Puerto Nariño es la segunda ciudad en importancia del departamento del Amazonas y se ubica al sur del territorio colombiano, en el punto de inflexión del mapa del trapecio amazónico, haciendo que el río, que lleva un flujo nororiental, se vea forzado a cambiar bruscamente hacia el suroriente. Esto produce un fenómeno menos grande, aunque no deja de ser complejo comparado con el de Leticia.

A la altura de Puerto Nariño, el caudaloso río tiene un cauce principal de un poco más de un kilómetro de ancho con una profundidad máxima de 40 metros y un caudal que sobrepasa los 60.000 m3/segundo.

Un río de esta magnitud forma en muchos de sus tramos zonas de erosión (en las curvas cóncavas) porque se presenta una mayor velocidad de la corriente, y de sedimentación (en las curvas convexas) por la disminución de su velocidad.

El profesor Duque explica que esta falla geológica genera cambios importantes en la dinámica del río, de sus riberas y de sus islas (de cauce) que él mismo construye o destruye. Décadas atrás, aguas arriba de Puerto Nariño, existían varias islas en el río Amazonas, entre ellas la isla Patrullero, que ya desapareció; por tanto, el Amazonas se ha venido acercando a Puerto Nariño.

Gracias al historial que guarda el Laboratorio de Manejo y Gestión de Humedales, junto con la empresa Contorno Ingeniería & Geomática –con la que los académicos realizan investigaciones–, se ha reconstruido una cartografía multitemporal y un video que recrea los procesos ocurridos en los últimos años cerca a Puerto Nariño.

Así las cosas, no sería exagerado afirmar que a los colombianos nos queda poco tiempo si queremos observar especies como los delfines rosados dentro de los 116 kilómetros que tiene el río Amazonas en nuestro territorio.

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