El filipichín en Bucaramanga

Por ISAÍ FUENTES GALVÁN*

La semana que acaba de pasar visitó nuestra ciudad el extravagante, lechuguino y un tantico afeminado señorito, el «colombo-italiano» Abelardo de la Espriella.

La visita habría pasado inadvertida de no ser por la alharaca que armó el esquema de seguridad del personaje en su arribo al centro de la ciudad, que parecía más el de algún expresidente con deudas pendientes con la mafia que el de un simple abogado penalista.

Siempre he pensado que la gente buena no necesita de escoltas. Aunque muchos se preguntaban quién era el personaje, él saludaba como si todos lo conocieran.

Más de un lagarto se mató por tomarse la foto con el filipichín y la publicó en su muro de Facebook. Recordé entonces el meme aquél que dice: “estudia, para que tu mayor logro en la vida no sea haber tomado una foto al lado de un político” ¡cuánta sabiduría!

Por un momento reflexioné sobre lo ridículos que nos vimos los santandereanos rindiéndole pleitesía a ese ‘esnob’, corroncho levantado, fanático y mediocre, cuyo único mérito es ser esmerado lambón de crocs, extravagante y bullicioso.

Del joven dandi se sabe que es abogado de la Universidad Sergio Arboleda, que se ofrece como apoderado en mediáticos procesos a los que les paga publirreportajes en La W y que se avergüenza de haber sido corista de un grupo vallenato, al punto de haberse enfrentado públicamente con Daniel Coronell por este tema. Y que ahora reniega de haber nacido en su natal Montería, para decir que es bogotano de pura cepa.

De izq. a der.: Rafael Serrano Prada, director de El Frente; Ricardo Rosas, periodista; Isnardo Guarín, dueño de Espumas Santander; y el filipichín Abelardo de la Espriella.

Del pintoresco y ridículo personaje se sabe también que gasta mucha plata para mostrar en público la marca y el costo de su ropa, los zapatos y el reloj que utiliza, el licor que bebe y los amigos de los que se rodea.

Sumado a lo anterior, evidencia claros síntomas de un trastorno histriónico de la personalidad, un déficit de reconocimiento y evidentes rasgos narcisistas, directamente proporcionales a su nivel de mediocridad, solo comparable con la del exfiscal Francisco Barbosa… ¡pero corroncha!

Es de no creer que este dandi de finca ganadera y la señora Vicky Dávila sean hoy las cartas que tiene el uribismo para buscar la presidencia. Si así fuere, la izquierda puede estar segura de su continuidad en el poder.

De la macondiana visita me parece relevante un hecho que no tendría mucha importancia, de no ser por su significado político: según le informaron dos fuentes a La Pluma del Gato, durante la visita y por iniciativa de otro experto ‘lobista’ santandereano -el exdiputado del Centro Democrático Iván Aguilar-, al gobernador de Santander le tocó esperar y hacerle antesala a semejante corroncho en el hotel Holiday Inn para que lo atendiera.

Valga agregar que a Iván Aguilar se le conocen fotos y audios con el ‘Ñeñe’ Hernández durante los días de la campaña que llevó a la presidencia a Iván Duque, y que se mueve como si fuera el jefe de la avanzada del gobernador Juvenal Diaz, porque no le pierde pisada.

¿Cómo así? ¿Quién dijo que todo un gobernador y general (r) de la República, superior en todo al corroncho levantado, tenga que hacer antesala para entrevistarse con él? Lo correcto y decoroso habría sido que el dandi amanerado hubiese asistido a una cita privada en algún lugar discreto donde le esperara el mandatario regional, y no al revés.

¿Quién le aconsejaría al gobernador irse hasta el hotel Holiday Inn a buscarlo? ¿Qué hace todo un gobernador detrás de semejante bobo? Sea como fuere, al margen de la anécdota, esta visita puede enseñarnos mucho.

Una de las dificultades que en lo político tiene hoy Santander es que el alcalde de Bucaramanga, Jaime Andrés Beltrán y el gobernador Juvenal Diaz son ideológicamente opuestos al presidente Petro, y por esa razón parece haber un corto circuito entre el gobierno nacional y los dos mandatarios regionales. Y esto estaría pasándole factura al departamento y a la ciudad en materia de recursos para las grandes e importantes obras que requiere nuestra región.

Mientras el presidente tiene dentro de su círculo más cercano a santandereanos como Danilo Romero -uno de sus mejores amigos-, el gerente de Ecopetrol Ricardo Roa, el hoy tristemente célebre Carlos Ramón González, el homónimo hijo de Carlos Toledo (comandante y compañero de Petro en el M-19) y hasta la exesposa Mary Luz Herrán, ciertos asesores confundidos les recomiendan a nuestros gobernantes hacerles antesalas y recibimientos a los más ácidos opositores y críticos del gobierno nacional, y tomar despectiva distancia de todo lo que sea cercano a Petro.

Muchos recordarán la frase “¡Es la economía, estúpido!”, usada por Bill Clinton en su exitosa campaña presidencial de 1992, para indicar que el tema central de todo debate es la economía. Pues bien, el tema central aquí es la política y bien podría parafrasearse: “¡Es la política, estúpido!”. Se trata de hacer política, Realpolitik, alta política, para eso es la política.

No se trata de abandonar los principios que se defienden. Se trata de tener prudencia, de tender puentes de entendimiento en medio de las diferencias políticas e ideológicas. En esta tarea se requiere ante todo desapasionamiento, para poner los intereses regionales por encima de la polarización política.

Y por favor, no vuelvan a cometer el oso de pedirles cita a corronchos levantados.

¡Volvámonos serios, mano!

@isafuga

Tomado de La Pluma del Gato

* Abogado UIS, director de La Pluma del Gato, candidato a Magister en Gestión y Políticas Públicas. Defensor de oficio de la opinión pública.

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