Arauca, en su peor momento

Por LEONEL PÉREZ BAREÑO *

El departamento de Arauca atraviesa por la peor situación de toda su historia.

Las políticas del Estado brillan por su ausencia. No hay una sola obra física o institucional y de orden gubernamental que genere algún tipo de esperanza o ilusión a la sociedad araucana.

Tampoco hay obra alguna de origen privado que permita esperar centenares o miles de empleos. Al contrario, en la ciudad de Arauca se han cerrado negocios de diversa índole en los últimos diez años.

El hospital sigue siendo un desastre. Las calles destruidas, las carreteras en completo deterioro.

Las vías Tame-Arauca o Saravena-Arauquita-Arauca, cada día más destruidas por falta de mantenimiento.

Las obras públicas, un retroceso. Obsérvese el parque de la piscina en Las Ferias de Tame: allí se botaron mil trescientos (1.300) millones de pesos, de manera descarada y a plena luz del día. Destruyeron lo que había y erigieron un escombro monumental que parálizó el trabajo e hizo desaparecer un recurso valioso del presupuesto municipal. 

Algo similar a cuanto ocurre en la doble calzada que va hacia el Batallón. La ciudad de Tame, tugurizada. Docenas de familias luchando por un pedazo de tierra y servicios, sin que entidad alguna los ayude. 

El Parque del Itibana abandonado, sin que oficina alguna responda por la multimillonaria inversión allí realizada.

Lo mismo puede decirse de la planta de concentrado de plátanos en Corocito, los lácteos de La Esmeralda, los cítricos de Fortul y las instalaciones ganaderas en varios municipios. 

La biblioteca de Arauca (seis mil millones de pesos) en proceso de construcción y el parque Santander de Tame (cifra parecida), prometen convertirse en otros elefantes blancos, sin elementos para creer que serán obras culminadas y de calidad en plazos normales. 

Ni se diga de la inseguridad, disparada a niveles peligrosos, nunca antes sufridos. Intentar llegar a la casa después de las 8 de la noche es un riesgo muy temerario, pues un delincuente en moto lo espera para quitarle sus pertenencias o su vida, si se resiste. 

Esta cosecha es el fruto de la siembra irresponsable dirigida por Facundo, Alvarado y sus epígonos. No otra cosa puede esperarse del imperio de la corrupción, el abuso de los dineros públicos, la ineptitud y la improvisación.

Lo peor es que quizá lo peor, no ha llegado aún. Nos esperan gobernadores como Hernando Posso y Renzo Martínez, los más firmes contrincantes este octubre próximo, sin propuestas de cualquier calibre ante la difícil problemática araucana.

Posso, experimentado en marrulla, payasadas y cero pensamiento, podría ganar si no lo penalizan por la elección fraudulenta de la contralora.

Martínez, de la escuela facundera, hasta ahora no ha logrado convencer a la opinión pública de su idoneidad y conocimiento real del territorio.

A nivel de alcaldías estamos igual o peor. Los alcaldes de Arauca y Tame, encabezan el liderato del desprestigio, saldrán pronto con más pena que gloria, con balances administrativos muy pobres, con la sensación de que se perdieron cuatro años. Ante tamaño paisaje de desolación, se destaca el esfuerzo sin pausa de los empresarios por no dejarse apabullar y salir adelante. 

En turismo, agricultura, ganadería, comercio y demás actividades económicas, sobresale su interés por sostenerse, avanzar, enfrentar la dificultad con entereza. 

He ahí la base de la verdadera Arauca. Que todo contribuya al empoderamiento de esta población heroica, la única que está cumpliendo con su deber.

* Leónel Pérez Bareño es sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, fue director del Corpes de la Orinoquia, natal de Tame. 

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