Uribe sí es Colombia

Como parte de una estrategia mediática que busca, entre otras cosas, presionar a la Corte Suprema de Justicia para que sea benévola con su jefe en la indagatoria programada para el próximo 8 de octubre, el uribismo pagó unas vallas con el texto: “Uribe es Colombia”.

De inmediato surgieron voces indignadas que insisten en que la frase de la valla es falsa, insultante y agresiva. El argumento de los antiuribistas es, por supuesto, que Uribe no es Colombia, que lo que él representa está muy alejado de lo que en realidad somos, que es una especie de tumor que no ha logrado infectar el fondo virtuoso de nuestra nación, que no es más que una excepción desafortunada, un accidente, un desliz.

Nada más ingenuo que tales afirmaciones, nada más irresponsable, nada más peligroso. Porque la verdad es que esta sociedad nuestra tan indolente, tan mediana, tan maleducada, tan inculta, tan violenta, fue la que engendró al líder que ha decidido el destino de Colombia en las dos últimas décadas; lo parió, lo amamantó, lo crió, lo protegió, lo eligió presidente dos veces, y luego senador, y es la que lo tiene ahí -por acción u omisión- dictando la agenda, gobernando en el cuerpo ajeno del presidente invisible.

Solo hay un vicio superior a los que todos los días exhiben sin pudores quienes ostentan el poder que les permitimos: es el vicio de echarle la culpa a los demás de nuestros pecados. De la premisa según la cual hay unos pocos malvados que siempre se nos tiran los planes de decencia, desarrollo y convivencia pacífica, surgen todas nuestras desgracias.

Es obvio que Uribe es un tipo nefasto, quizás el más nefasto de nuestra historia, eso no está en discusión. Pero la única manera de librarnos de este y de todos los Uribes que han mandado desde siempre en este país es asumir nuestra cuota de responsabilidad en su surgimiento y su poder; aceptar que hemos sido incapaces de defender al país de los ladrones, de los violentos, de los corruptos. Uribe no apareció de la nada, vestido de Lucifer, para dañar nuestra vida perfecta por la fuerza. Así que no es serio ni sano mirar para otro lado a la hora de los juicios.

No basta con que Uribe desaparezca para que Colombia sea distinta. Lo primero que debemos hacer es cambiar como individuos, como ciudadanos, como colombianos, quitarnos de encima nuestras ganas de depredar, de corromper, de saciar nuestra sed de venganza, de resolver los conflictos a golpes o a bala.

Es una tarea difícil, pero si empezamos a entender que todos somos culpables del país que tenemos, tal vez podremos pensar mejor, optar por lo mejor, votar mejor, y así no surgirá de nuestras entrañas, nunca más, una persona como Uribe, a quien persistimos en culpar de todo lo malo que nos ocurre.

Entretanto, no nos digamos mentiras para tratar de ocultar las terribles verdades que hemos permitido.

@desdeelfrio

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