“No vemos respuesta del Gobierno al aumento de amenazas a periodistas”: Jonathan Bock

Jonathan Bock, director encargado de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), habló con El Unicornio en torno a las denuncias que se hicieron por las numerosas agresiones que recibió una buena cantidad de periodistas durante los días de paro nacional, así como sobre el aumento de amenazas, en comparación con 2018. De igual modo, se refirió a la importancia de los medios regionales y al Premio Simón Bolívar que recibieron este año.


Jonathan Bock, director encargado de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP)

¿Cómo ha reaccionado la FLIP ante las agresiones que tuvo la prensa durante los días de paro por parte de la Policía?

Las agresiones contra los periodistas durante las manifestaciones han sido las más altas que hemos registrado desde la FLIP: hubo en total de 61 periodistas agredidos. En muchas de ellas, 26, los agresores fueron miembros de la Fuerza Pública. Hubo agresiones muy graves, como detenciones ilegales y arbitrarias, agresiones físicas, algunas con lesiones graves, y otras dirigidas a personas plenamente identificadas como periodistas, que fueron gaseados. Nosotros habíamos alertado previamente sobre esta situación, nos reunimos con la dirección de Derechos Humanos de la Policía y desafortunadamente las acciones que ellos tomaron no fueron suficientes o no resultaron efectivas. Estamos ahora solicitando a la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo que hagan un seguimiento a estas agresiones. También lo pusimos en conocimiento del Relator Especial para la Libertad de Expresión, Édison Lanza, y hemos solicitado que las investigaciones a los policías que cometieron excesos y abusos también sean efectivas.

¿Cómo fue 2019 para la prensa en temas de amenazas y homicidios?

En 2019 se confirma la tendencia que ya habíamos advertido en 2018, un aumento significativo en el número de amenazas en particular, y de agresiones en general. Durante el presente año hemos consignado 419 agresiones, de esas 200 son amenazas. Son cifras un poco mayores a las de 2018. Muestra una tendencia, identificada además en cinco departamentos, con un aumento muy preocupante, donde ya se están viendo las consecuencias: esto termina estableciendo zonas vedadas para los periodistas, como en el norte del Cauca, donde muchos medios de comunicación recibieron amenazas e incluso tres periodistas debieron exiliarse, entonces, los medios deciden no enviar periodistas a estas zonas. Lo mismo ocurre en el sur de Nariño y en Arauca. Esto es muy grave y no vemos una respuesta por parte del Gobierno, en sintonía con la gravedad de lo que sucede.

Después de que se firmó el proceso de paz ¿ha empeorado o mejorado la situación? ¿Cómo se encuentra la libertad de prensa?

En 2018 y 2019 hay una tendencia alta de agresiones y de amenazas, y esto coincide con la firma del Acuerdo de Paz. Es necesario mirar los territorios donde esas amenazas han aumentado, porque tiene que ver con la nueva reconfiguración de los grupos armados, así como la dinámica política y social que se está viviendo ahí. Esto es preocupante y requiere de decisiones claras y contundentes por parte del Gobierno.

¿Cuáles son las limitaciones que enfrentan los medios pequeños o independientes para realizar su trabajo?

Los medios independientes tienen unas particularidades, que son como generales en otros países: económicamente no están soportados por empresas que tengan otros intereses, manejan una agenda editorial que funciona un poco como contrapoder. Varias de las líneas de estos medios se identifican en hacer seguimiento a los intereses de congresistas o al partido de gobierno, como veedores del poder. Sin embargo, eso también genera unas limitantes que habrá que analizar en unos dos a cinco años, si se han podido sostener y han afrontado las dificultades económicas propias de estos emprendimientos. Y si logran consolidarse como una fuente de información amplia, que no solo sea un referente en redes sociales. Otro de los retos, aparte del económico, es poder tener una difusión amplia de los trabajos y del material que se está produciendo.

¿Cómo califica el ejercicio de los medios durante el año y medio que lleva este Gobierno?

En la FLIP no hacemos análisis de contenido de los medios. Lo que miramos es si las condiciones para ejercer el periodismo han mejorado o empeorado. Este Gobierno no se diferencia mucho de los anteriores, de los ocho años de Juan Manuel Santos y de los ocho de Álvaro Uribe. Ambos muy sensibles a la crítica, buscan tener un impacto y una injerencia en la línea editorial de los medios nacionales. Esto lo hemos corroborado: llamadas de funcionarios para quejarse, y buscan incidir o presionar, entonces en eso los gobiernos no han cambiado. Este Gobierno ya tiene un parche, que no es menor, y es todo lo de Juan Pablo Bieri y la censura en Señal Colombia. Un capítulo que el Gobierno no solo no resolvió bien, sino que volvieron a contratarlo como asesor de comunicaciones. A una persona que cometió censura y está siendo investigado por la Procuraduría. Este es sin duda un parche en un Gobierno que resulta muy sensible a la crítica, pese a que debe generar todas las garantías para que los medios de comunicación tengan libertad editorial. Y tampoco ha sido contundente en rechazar la violencia que ha ido en aumento durante 2019.

¿Cómo ve la censura en otros países de América Latina ¿Es comparable con Colombia?

En América Latina hay ciertos patrones que se repiten, estigmatizaciones contra periodistas y medios de comunicación por parte de figuras políticas. No hay un rechazo contundente contra las amenazas que reciben los periodistas. En el caso de Brasil marcan una confrontación, una batalla directa contra los medios, siguiendo la misma estrategia de Donald Trump en Estados Unidos. Y esto termina configurando un escenario en el que la ciudadanía que sigue a estos líderes políticos toma una postura contraria y agresiva contra los medios. Esto lo hemos visto en México con el presidente López Obrador, quien también critica a una parte de los periodistas y sus seguidores inmediatamente los critican y estigmatizan, y muchas veces termina en amenazas. Esto termina generando un estado desfavorable para los medios: se busca restarles credibilidad, que haya un desgaste de la imagen, lo cual a mediano y largo plazo es muy perjudicial.

Ustedes ganaron el premio Simón Bolívar ¿Cómo fortalece este reconocimiento a la FLIP y de paso a la prensa colombiana?

El Premio Simón Bolívar al Periodista del Año es la primera vez que se le otorga a una fundación. Es un reconocimiento muy especial para nosotros, que además conlleva como mensaje mostrar los silencios y la censura que hay en el periodismo en Colombia. Ahí es importante seguir luchando, es una pelea con serias dificultades, porque muchas veces es contra los gobiernos nacionales o locales. También es el reconocimiento a una fundación que durante más de 20 años ha estado trabajando por la protección de los periodistas. En este sentido, mientras pueda contarse con trabajos así, se espera que los periodistas locales y nacionales sigan trabajando y sigan denunciando los abusos que llegan desde distintos sectores del poder.

¿Cuál es hoy el mayor reto del periodismo colombiano?

El ecosistema de medios en Colombia necesita mayor pluralidad de medios, es decir que existan nuevos canales de información, no solo a nivel nacional. Nuestro énfasis es en lo local, donde se presenta una situación muy preocupante: en más de 600 municipios no existen medios que produzcan información local, es decir, en más de la mitad del país los ciudadanos están informados es de lo que sucede en Bogotá o Medellín, y un poco de las noticias políticas nacionales, pero no tienen ni idea de lo que está pasando en su entorno. Esto es muy grave. Se necesita que haya una política pública decidida a que existan medios de información local.

¿En este momento cuál es la mayor lucha que tiene la FLIP?

nuestra mayor lucha se relaciona con la protección a periodistas. En este escenario de aumento de las amenazas, se hace necesario reinventar las maneras de incidir y de mostrar la gravedad del fenómeno. Es un reto importante, porque las estrategias para amenazar e intimidar periodistas también van cambiando. Ya no son tan letales, no se muestran como ocurría hace varios años, con atentados graves. Ahora las presiones y amenazas son más sutiles, pero tienen el mismo efecto. Ese sin duda es el mayor reto que tenemos: que haya garantías para el ejercicio del periodismo. Solo así los ciudadanos pueden tener acceso a una mejor información.

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